Después de un cierto tiempo ella me dijo por mensaje que ella me veía como un personaje de una novela del que terminaría enamorándose. Yo empecé a hablarle como si fuésemos esos personajes. En nuestros comentarios metíamos al autor, al narrador, a los personajes de la novela, y a ella y a mí. Nos deleitábamos en este juego de seducción con novela ficticia...
Una noche la ciudad se llenó de poemas, las calles, las paredes, los muros nocturnos hablaron. Madrid, Nueva York, Cincinnati , no sé; no lo contaron. Me lo contaron unos vagabundos, varias noches diferentes, durante esos paseos que emprendí a raíz de los poemas. Me lo contaron en los bares, entre copa y copa. Y cuando volvía de madrugada a casa, los poemas parecían...
« et voici qu'on nous dit de plus en plus souvent que la bonne clé serait le comique. Kafka devient un joyeux garçon athlétique, un simulateur expert en canulars, un plaisantin à dormir debout. Le Procès, Le Château, La Métamorphose, mais c'est à se tordre de rire, d'ailleurs Kafka lui-même riait aux éclats en les lisant à ses amis... D'une exagération à l'autre? Appelons Kafka, en...
Según la Escolástica: «Hay hombres a los que pesa todo el bien que tiene el prójimo, porque con ello piensan que quedan ellos menguados, como si el bien del otro, y la honra que se les hace, se les quitara a ellos.» ...
«Proust escribe que si el objeto del deseo es real, sólo pueda apoyarse sobre lo abyecto imposible de colmar [diferido, inalcanzable]. Entonces el objeto de amor se vuelve inconfesable, sosía del sujeto, parecido a éste pero sucio, pues es inseparable de una identidad imposible. Por lo tanto, el deseo amoroso se experimenta como un pliegue de esta identidad imposible, como un accidente del...