Después de un cierto tiempo ella me dijo por mensaje que ella me veía como un personaje de una novela del que terminaría enamorándose. Yo empecé a hablarle como si fuésemos esos personajes. En nuestros comentarios metíamos al autor, al narrador, a los personajes de la novela, y a ella y a mí. Nos deleitábamos en este juego de seducción con novela ficticia de por medio.
Ella y yo hacíamos el amor al revés. A ella le gustaba empezar por la ternura para llegar al orgasmo. A mí me gustaba empezar por su clítoris para acabar en la ternura. Cuando ella me lo hacía no había problema. Todo sucedía durante horas sin problema. Cuando yo se lo hacía acabábamos peleando. Que si así no, que si para, que si déjalo. Y con cualquier excusa dejábamos los mensajes. Al rato o otro día volvíamos a los mensajes. Yo le decía eso te pasa conmigo porque no me deseas. Pero no te preocupes; eso es normal: no podemos desear a todo el mundo. Ella me decía que yo le gustaba; y yo: sí, pero no me deseas. Cuando eres tú quien me lo haces, sí; pero cuando soy yo no. No te excitan mis palabras. Sientes ternura pero no te excitan mis palabras. Eso me lastimaba, me enfurecía. No se lo decía pero ella se daba cuenta. Te has enfadado por eso, me decía. Pero es que quiero hacerlo bien. Cuando tú empiezas pienso de antemano lo que voy a contestarte. Y eso se me corta. Y me callo. Y me alejo.
Está claro que si hiciésemos el amor en la vida real no nos gustaríamos, le dije.
Sí, no nos gustaríamos.
Pues entonces mejor: así no tendremos ese problema, le dije. Tú me lo haces cuando lo desées y ya está.
Pero yo no quiero eso: yo lo quiero todo.
Pues todo no vamos a poder tenerlo. Todo no se tiene nunca, le dije. Bueno, es tarde. Me voy a dormir, le dije. Y era verdad, estaba cansado, era tarde, y al día siguiente tenía que estar despejado.
No, no, no te vayas. Házmelo, házmelo, te dejo que me lo hagas rápido, me dijo ella.
Yo ya estaba dando a apagar. Y esta mañana aquí me veo pensando en ella, pensando sobre esa novela, esos personajes que hacen el amor en orden inverso.
No sé si estarás trasnochando y lees esto ahora. Ignoro si algún día lo leerás. Así que no sé si decir todo o callar algunas cosas que pienso.
Ignoro como el autor proseguirá la novela. Los personajes, si me están leyendo ahora, deberían darme su opinión sobre este problema. Por cierto, esperen. Acabo de recibir un gmail. Voy al correo, lo abro y leo un mensaje de la protagonista de la novela:
«Querido lector, no te preocupes tanto por ese problema que ella tiene. Creo que ella se está anticipando demasiado. No le pidas nada y sigue con tu forma de hacerle el amor. Ella no se excita con tu forma de relatarlo. Pero estoy segura que sí le excita mucho saberse deseada.
»Chau. En otro momento te escribo.»
Esperen. Otro correo.
«Soy el autor de la novela y escribo como me da la gana. Los personajes principales, un hombre y una mujer, son descritos tal y como son. Cada cuál hace el amor en la novela según su personalidad, su historia y su género. No lo hace según el otro o según los libros de técnicas de estimulación sexual. La aparición de la web ha introducido un factor nuevo en las relaciones: el amor y el sexo virtual. Esto exige a los usuarios una adaptación que según constato en su historia de bloggero resulta ser dificultosa para algunas personas. Tal vez estudie personalmente este tema a través de mi experiencia propia e introduzca este tema en mi novela. Posiblemente alguno de los personajes ya tenga relaciones virtuales y yo no lo sepa. Tendré que preguntarles para poner lo que me cuenten en la novela.
»Seguimos en contacto.»
Varios días después. Gmail del autor de la novela:
«En el correo anterior le dije lo siguiente:
»"La aparición de la web ha introducido un factor nuevo en las relaciones: el amor y el sexo virtual."
»Sin darme cuenta hice una distinción entre amor y sexo en este terreno. Después de hablar con mis personajes ellos me han dicho en resumen esto:
»"Querido autor, no dejaremos pasar esta oportunidad para expresarle nuestro más sincero cariño. Usted sabe bien que lo amamos, pues, al igual que en el amor, a usted le debemos esta vida y la existencia, así como los amores vividos, y unas cuantas borracheras. Gracias, muchas gracias, por las pasadas y las venideras. Yendo directo al tema, le diremos que hizo bien en hacer esa distinción. Pues en la web el sexo es únicamente virtual al no intervenir directamente los cuerpos. Aunque hay que admitir que uno tire sus erecciones sin contacto y sus humidificaciones sin penes físicos de por medio. Esto es el sexo virtual: virtual pero con efectos sobre el deseo. En cuanto al amor, ese tema ya es un poco más complicado. Según la experiencia de todos los personajes que viven en esta novela, ellos dicen haberse enamorado alguna vez de sus contactos virtuales. Puede usted comprobar por medios propios si dicho sentimiento es igual al llamado amor no virtual o si solo es semejante. Le saludamos amorosamente todas las compañeras y compañeros desde estás sus páginas aún inconclusas. Muchos besos querido."»
Carlos del Puente