En busca de la identidad

lunes, agosto 04, 2014


«En cambio, en Proust, los personajes aquejan la influencia del tiempo provocando una serie de identidades e identificaciones sucesivas, que debilitan notoriamente la identidad fija de los personajes.»

 “El juego de máscaras y espejos ocultan una personalidad múltiple o también a veces pueden revelar una total identificación entre el personaje y la máscara”.


«...en la búsqueda de la identidad. Así nos lo dice claramente Proust, en una de sus “demostraciones” literarias: “nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los demás”. Incluso cuando se ve a una persona conocida, la mirada del otro importa menos que las nociones que de él se tienen. Ello quiere decir que, el yo social de la identidad del otro, la dimensión social en la construcción de la identidad, se constituye por nosotros, desde nuestra propia mirada. Aún la apariencia física del otro es figurada de acuerdo con nuestros propios mapas mentales y los criterios estéticos y éticos de nuestra particular identidad, hasta el punto que logran matizar aún la sonoridad de la voz de la alteridad, como si ésta no fuera más que la envoltura de nuestra voz interior, o una rara cristalización de la multiplicidad de voces de nuestra interioridad; de tal suerte que, cuando proyectamos nuestra mirada a ese rostro ajeno y a esa voz desconocida, o familiar, lo que, en el fondo, vemos es el eco de nuestra propia intencionalidad. Lo cual significa, que desde la permanencia de la mirada del otro, no somos idénticos para todos; que cada uno de los otros proyecta su propia mirada hacia un yo, que se encierra con llave en su refugio, no obstante, desenvolviéndose de acuerdo con las circunstancias cambiantes del tiempo, y de lo cual cada quien se puede enterar, o no darse por avisado, como cuando existe un testamento legado a la posteridad, pero en la inmediatez de la vida – una declaración taxativa, que reduce fenomenológicamente al otro -, que desconocemos: un “pliego de condiciones” (“cahier des charges”), conjunto de cualidades que se imponen al otro, desde un sujeto que arroya en la atribución de significado. Un yo constitutivo del mundo social. Por eso Swann no es más que la imagen perfumada del ocio, con su viejo olor a castaño de los cestillos de frambuesas y “de una brizna de estragón”.»

Jesús Ernesto Patiño Ávila

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