Esta multiplicidad del yo
sábado, agosto 02, 2014
«Por esta razón, dice Gómez Pin, no se pueden establecer analogías entre Proust y Bergson, ya que la reducción del mundo sensible al lenguaje no es posible en Bergson, debido a que el orden del lenguaje está “excesivamente anclado en la inteligencia”, en tanto que, en Proust, no hay impresión sensible que no sea reductible al lenguaje y a la inteligencia. En relación con Bergson, parece más conveniente rastrear la conexión psicológica entre “duración homogénea” y “multiplicidad cualitativa”, que, en cuanto dos aspectos del yo, nos remiten, desde nuestro punto de vista, a la problemática de la diferencia entre identidad idem e identidad ipse. La duración homogénea es cuantitativa y se refiere a los momentos heterogéneos de la conciencia, que se suceden en un espacio homogéneo, para un yo fundamental, impersonal y preciso – un yo concreto y real - que percibe desde su existencia interior, que podría equivaler a la imagen fija de la identidad idem del yo, en cuanto capacidad no cambiante, en una duración igualmente homogénea. Por el contrario, la multiplicidad cualitativa del yo se proyecta de acuerdo con un yo refractado y subdividido, que ejerce funciones de fusión y organización de acuerdo con la variabilidad de las exigencias del medio social; es, según Bergson, un yo confuso, móvil, que opera con representaciones simbólicas variables.Esta multiplicidad del yo es un aspecto que se puede asimilar a la identidad ipse, que se modifica de acuerdo con el recubrimiento de “las impresiones delicadas y fugitivas de nuestra conciencia individual”. Como ya lo hemos señalado, estos dos aspectos del yo, se encuentran vinculados a la narración de Proust. Es más aún: hay una contradicción entre el yo profundo e idéntico y la multiplicidad que se genera en el exterior, provocando diversos estados de conciencia e ideas, que se asocian por contigüidad, o simplemente se superponen. A este propósito Proust habla de la superposición y carácter suplementario entre el arte y el amor, que vendría a ser un caso de multiplicidad numérica, en cuanto asocia dos ideas por superposición, que son desde luego variables. Lo que permanece invariable es “la cualidad pura” de los estados de conciencia, como opuestos a la multiplicidad cuantitativa, la cual vendría a ser, en Proust, los diversos estados de conciencia que adoptan los personajes, de acuerdo con las exigencias del medio en el cual se ubican, y que hace que los personajes adopten comportamientos dobles,orientados por requisitos de acción dramática. A este respecto, dice Bergson: “a medida que se realizan más completamente las condiciones de la vida social, a medida también que se acentúa la corriente que conlleva nuestros estados de conciencia del interior al exterior: poco a poco, esos estados, se trasforman en objetos o cosas; se destacan, no solamente los unos de los otros, sino aún de nosotros mismos”. Es decir, que cuando la conciencia se exterioriza, aparece un segundo yo, que se presenta al exterior de acuerdo con las exigencias del rigor o la falta de seriedad de los grupos en los cuales interactúa.Desde éste punto de vista, la identidad idem, que se proyecta al exterior – muchas veces con gestos y comportamientos de teatralidad –, es constitutiva de la alteridad, bajo la condición de preservar “ ‘un imperio dentro de un imperio’”, que diferencia el yo real y concreto del yo de la representación simbólica de la mirada.»
Jesús Ernesto Patiño Ávila
0 comments