Historia y ficción
viernes, agosto 01, 2014
«Sabemos, por ejemplo, que el historiador reconstruye el pasado a través de pruebas documentales y testimonios, que le permiten suprimir la distancia temporal que media entre su tiempo y los acontecimientos situados en el tiempo, que él reconstruye. Sin embargo, nadie nos asegura que los documentos seleccionados y analizados por el historiador sean precisamente los que den cuenta del pasado, y que existan huellas claras y perceptibles en el pasado que nos permitan reconstruir los hechos en el presente. Así, pues, el historiador resulta implicado en el relato que él hace de la historia, puesto que nada hay fiable y seguro en el documento, que valide la reproducción fiel de los hechos pasados. De la misma manera, el relato autobiográfico - para efectos literarios, sociológicos y sicoanalíticos, y traspuesto a un texto escrito, o no escrito- puede proceder con una historización ficticia de lo contado, haciéndola aparecer como la realidad ciertamente acontecida, y ello puede contener fuertes consecuencias morales. De otra parte, las situaciones y los hechos que describen el carácter de una sociedad, o la personalidad de un individuo, no se corresponden simétricamente a lo que es expresado y plasmado en sus relatos: siempre hay una resolución poética que proviene del oficio del historiador, o de las artes retóricas. Hay pues un entrecruzamiento entre la historia y la ficción narrativa en la refiguración de una temporalidad, que es a su vez kantiana (es decir, cosmológica e intuitiva) y fenomenológica (es decir, husserliana). En términos más explícitos: el tiempo es una condición subjetiva a priori de la sensibilidad y el entendimiento que, además, se presupone objetivamente al establecerse relaciones causales. El tiempo, en sentido fenomenológico, remite a una conciencia íntima que se desconecta de su condición objetiva, revirtiéndose de esa manera en conciencia-tiempo (“Zeitbewusstsein”), gracias a las vivencias intencionales que expresan caracteres de orden en el tiempo vivido, que permiten la retención de la vivencia y su rememoración.»
Jesús Ernesto Patiño Ávila
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