La novela de Proust un texto narrativo sobre la identidad expresiva

sábado, agosto 02, 2014


«Pero, nuestro ángulo de visión, normalmente, se proyecta sobre la intriga y sus relaciones con los personajes; necesitamos de él para poder apreciar la intriga y el papel de los personajes en la historia que se nos cuenta. Sucede, sin embargo, que la “Recherche” de Proust no tiene historia para contar ni “él comenzó a escribir su novela porque había inventado una intriga o creado, construido, los personajes, sino porque había descubierto una visión y una forma. No hay, en la “Recherche” ninguna otra historia que la puesta en forma de una visión”. Lo que él tenía claro era una visión artística, que el narrador explica como el cambio que se opera del observador al creador. La vocación del personaje del escritor se revelará, no para proyectar una concepción de la vida, sino para ver a través de la obra misma. Por tanto, lo que interesa a Proust no es contar una historia sino jerarquizar sus personajes de acuerdo con esa visión preconcebida sobre el acto creador, que se despliega en el texto narrativo. Desde nuestro punto de vista, lo que importa a Proust es mostrar las características de la vocación de escritor – que, desde luego, no tiene que ver nada con la vocación del científico o del político -, y que nosotros hemos denominado identidad expresiva. Desde este punto de vista, la novela de Proust no es tanto la historia de un escritor sino un texto narrativo sobre la identidad expresiva, donde no incumbe tanto la vida del artista sino la visión que él proyecta, en el mundo que lo circunda. Por eso la identidad del personaje se disuelve en los contenidos de su percepción. El personaje queda reducido a una sombra sobre la cual no tenemos una idea clara, pues ni siquiera sabemos su nombre completo. Si esto es así, entonces, no vemos el motivo por el cual se puede hablar de identidad narrativa de Proust, y mucho menos de la identidad personal, que es el objeto de las biografías. Tampoco se destaca mayormente el oficio de escritor como tal, sino algunos secretos de su creatividad y, sobre todo, la visión particular que el genera como artista.Tal como lo dice Tadié: “en el seno de la diversidad de personajes no debemos encontrarla imagen de la vida, sino el orden de la creación literaria”. Proust no es un pintor de costumbres, ni siquiera un pintor de las costumbres del poeta. No le interesa penetrar profundamente en el terreno de la moral, pues la moral es, para él, esteticista; es la moral de la creación, es una moral instintiva, a lo Nietzsche, donde persevera el instinto de sobrevivencia y de conservación del talento. Este talento connatural al artista no se realiza en la soledad del perezoso, ni proviene de consejos sabios, pues es una actividad original, que requiere ser cultivada e incentivada por la intervención de otros, pero que se produce “en perfecta soledad”. Es decir, surge como consecuencia de la comunicación y se despliega como una respuesta comunicativa, que alienta la interioridad a encontrar un medio adecuado de expresión, pero que depende sobre todo de la lectura, que incita a la apertura de la interioridad. “Mientras la lectura sea para nosotros la iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en nuestro interior la puerta de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos, su papel en nuestra vida essaludable”. Despierta a la vida del espíritu, pero no puede suplantarla, pues entonces se cierra la posibilidad de la expresión y se pierde el talento que se pudiese tener. Esta parece ser la única receta del triunfo perdurable, que se pregona calmadamente, en medio de la incertidumbre de quienes se aprestan a morir, como lo dice el mismo autor.»

Jesús Ernesto Patiño Ávila

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