El archivo

miércoles, julio 06, 2016

Tobin Frost, ex agente de la C.I.A.

Alec Wade, agente renegado del MI6

Los mercenarios de Vargas

Matt Weston, el "anfitrión" de la casa

Daniel Kiefer, el torturador de Frost

David Barlow, jefe de Matt Weston

Catherine Linklater, intercepta la llamada

Dra. Ana Moreau, novia de Weston

Carlos Villar, el nicaragüense

Keller, el encargado de la casa de seguridad

Harlan Whitford, director de la C.I.A.



     Escena de la vida cotidiana de una joven pareja con proyectos de vivir en el barrio del Marais, París. No se percibe signo alguno de que esta tranquilidad pueda ser perturbada.
     Sin transición alguna, el joven marca los códigos para acceder a un piso franco y se pone en comunicación con alguien para informar de su presencia. Dentro del frigorífico se encuentran tubos de análisis de laboratorio, botes de inyecciones, dos bolsas de sangre preparadas para transfusiones y ampollas al lado de cinco huevos frescos y verduras diversas. Esto no da ninguna pista sobre el asunto en el que está metido. Se encienden una serie de pantallas de vigilancia del interior del edificio y accesos. Es la clásica vigilancia de un piso de alta seguridad. Una llamada desde el celular a David de Washington para reclamarle que lo saque de ese puesto de trabajo. David le ordena que lo vuelva a llamar dentro de cuatro meses. Vemos por sus gestos que el sujeto está molesto pero el tono de su voz indica que no le queda otro remedio que asumir la orden. Su jefe justifica su decisión por su falta de experiencia. El joven le contesta que no la podrá adquirir en ese puesto con tan poca acción. Podemos intuir que va haber y mucha. Aunque aún no se sabe que tipo de acción puede presentarse en este tipo de piso. “Tranquilo, yo me ocupo de ti. ¿De acuerdo? -Sí, ya lo sé.” Esta frase produce, sin duda, doble sentido. Este agente de campo no debería confiar demasiado en su jefe.
     Aparece en un calle muy transitada, bajando de un taxi, Tobin Frost, sombrero corto desfasado y mochila al hombro. Paralelamente, desde una habitación de la misma calle, un personaje con perilla, pide por teléfono diez millones a cambio de enviar un archivo. No se sabe nada de dicho documento ni de la manera que ha llegado a sus manos, seguramente de forma ilegal, impresión expresada a través del tono de voz amenazante.
     Alec está esperando a Tobin sentado en un restaurante céntrico. Alec tiene el filo de los párpados rojos y gruesos, y las orejas bastantes coloradas. Son rastro de tensión y de viejo insomnio. Parece ser que Alec trabaja para el MI6. Alec muestra su descontento con la burocracia a la que su trabajo lo somete por una insuficiente remuneración. ¿A qué lo empujará su evidente frustración? Alec pone el archivo sobre la mesa. Parece que está grabado en un dispositivo digital. Alec le advierte a Tobin de las peligrosas consecuencias de su posesión. Hablan de sus antiguos jefes. Esto está tomando un cariz de venganza.
     Mientras se está inyectando el microchip en el muslo derecho en el wc del restaurante, un agente nuevo avanza por el pasillo. Se prepara la primera acción. Típica lucha libre con resultado de cuello roto.
     Ya en la calle, le alcanza el disparo de un francotirador. El agente Tobin cae seco sobre la acera. Un niño registra sus bolsillos bajo la mirada atenta de un hombre con nariz cuadrada situado a algunos metros.
     Tobin vuelve a aparecer acompañado por otro hombre quien le asegura que él no tiene nada que ver con el asunto. Un disparo atraviese el parabrisas y alcanza la frente del acompañante. Acelerón de huida que acaba en choque de varios coches. Después de robarle la cartera la echa en una papelera, posiblemente para evitar una identificación rápida por parte de la policía local. Varias furgonetas negras lo siguen. Los sujetos bajan con pistolas con silenciador. Viéndose sin salida, tira varios pasaportes y la pistola en una papelera situada enfrente de la Embajada de Estados Unidos.
     Central de la C.I.A. Tras recibir una llamada una joven convoca una reunión de emergencia sobre Tobin Frost. Parece ser que ha estado vendiendo información a otros países. Lo acusan pues de traficar con secretos de Estado. Hacen un repaso de su historial mientras trabajaba para la Agencia. Experto manipulador de efectivos humanos. Cualidad que le permitió reclutar a sujetos muy importantes. Tras pasar información al Mossad, desapareció durante diez años. En esta reunión no se preguntan cómo ha podido sobrevivir sin dinero, contactos ni apoyo. Pretenden llevarlo a un piso franco.
     Es aquí donde vuelve a aparecer el joven de la primera escena. Tal vez se llame Keller. Recibe una llamada informándole sobre el envío. Un equipo de intervención se dirige hacia el Consulado. Desde la Agencia dan orden de incomunicar el piso hasta que el equipo de intervención se haya ido. Es decir, nivel de seguridad 4. Las cámaras de seguridad muestran la llegada del equipo quien tras dar las correspondientes contraseñas acceden al interior del edificio. Llega Tobin encapuchado. Le quitan la capucha una vez dentro de la habitación de interrogatorios. El preso no parece para nada inquieto. Conoce al dedillo el procedimiento. Tobin sonríe como satisfecho de su jugada. El equipo de intervención ordena apagar las cámaras de seguridad de la sala de interrogatorios. Keller queda con la boca abierta ante la pantalla negra. Keller se sitúa tras el cristal de interrogatorios. Le informan que estando detenido no tiene derechos. Tobin responde que las toallas mojadas son demasiado cortas para que sean efectivas. Le amarran pies y manos y tras tumbar la silla le ponen una toalla mojada sobre la cara. Una garrafa de diez litros es vaciada lentamente sobre su boca. El equipo está convencido de que no soportará la tortura. Se oyen los graznidos de la garganta acompañados por los golpes de los zapatos negro reluciente. Keller está molesto. Los graznidos se parecen a los de un ciervo herido en medio del monte. El jefe pide un cuchillo en el instante mismo donde se apaga la luz y saltan las alarmas. Constatan que alguien del exterior ha desconectado las cámaras de seguridad. El grupo invasor es el mismo que el que con anterioridad había perseguido a Tobin por las calles, todos con aspecto de árabes o procedentes de Oriente Medio. Durante el duro combate, y antes las numerosas pérdidas por parte del equipo de intervención, dejan a Keller vigilando al reo. Tobin intenta empatizar con Keller contándole que él también estuvo en su puesto en una situación semejante. Le recuerda que él es el responsable de su invitado. Bajo la presión Keller no puede pensar. Tiene el cuerpo tenso y las decisiones bloqueadas. ¿El grupo de asalto ha intervenido tan rápido para evitar que la C.I.A. le saque a Tobin información secreta sobre su propia agencia? Puede ser. Es una hipótesis. Keller presencia el asesinato del jefe del equipo de intervención. Tiene que decidir si sacar a Tobin de esa ratonera donde los tienen acorralados. Pero él aún no sabe si eso es lo correcto. Finalmente decide salir de ahí. Una bajada rápida por las escaleras y se encuentran en una calle bulliciosa. Intenta parar cualquier coche a punta de pistola. Mete a Tobin en el maletero y sale a toda prisa. Pide refuerzos por teléfono e informa de la situación: todo el equipo de intervención ha sido eliminado. Después de una feroz persecución, Tobin consigue destornillar los asientos traseros y emprende una pelea a codazos con Keller. El jefe de la C.I.A. da ordenes de averiguar quien está persiguiéndoles. Proponen recurrir a Matt Weston. Resulta que Keller es Matt Weston. El lector deberá corregir este error. Su novia se llama Ana Moreau. Deciden poner bajo control su teléfono. Increíble que un agente secreto llame en estas peligrosas circunstancias a su pareja. Pues bien, Matt Weston lo hace, ¡el inconsciente! El jefe de Matt le ordena llevar a Frost hasta una casa refugio en las afueras de la ciudad.
     Nueva persecución típica de las películas policíacas. Acaban estrellándose dentro de un parking subterráneo. Al perderlos desde el GPS la Central revisa todas las cámaras de tráfico de la zona. Roban un coche y retoman la huida. El jefe de la C.I.A proponen sacar a los agentes de Sudáfrica. Le proponen a Matt Weston recoger en una taquilla del estadio de fútbol las instrucciones para llegar a la casa refugio de fuera de la ciudad. Después de recogerla Tobin monta un alboroto para llamar la atención de la policía y así poder escapar. Los arrestan y mientras interrogan a Weston, Tobin consigue escapar de la enfermería. Todos los que estaban con Weston salen de la sala en persecución de Tobin; lo que permite a Matt escapar y buscar de nuevo a su prisionero. Mientras tanto Tobin se saca el microchip de su muslo derecho y lo mete en una bolsita de plástico. Tobin se cita con su novia Ana en la estación del tren y tras decirle cual es su verdadera profesión le suplica que huya a París porque están en peligro. Weston entra en la base de datos de la Agencia el paradero de Carlos Villar, un experto en falsificación de documentos. Seguramente ha intuido que Tobin necesita su ayuda para escapar del país.
     Conversación personal entre ambos. Escena, sin duda, de transición, antes de una nueva escena de acción. Después de estos preámbulos, Carlos abre los archivos del microchip. Estos archivos contienen las pruebas de las actividades corruptas de las agencias de espionaje. ¿Es por eso por lo que algunas de ellas intentan recuperar el archivo?
     Llegan por fin a la casa refugio situada en medio del campo. A partir de este momento el final se precipita. El jefe de la casa intenta matar a Matt. Este consigue vencer y darle muerte. Paralelamente el jefe de Matt asesina a su jefa de operaciones para que no presencie la ejecución de Matt. En la siguiente escena este es herido y Tobin también, herida de la cual fallece.
     Matt sale de la casa con el archivo y ya en la C.I.A., el jefe de la Agencia intenta tapar el asunto. El jefe le pregunta si Tobin le ha pasado el archivo. Matt afirma no saber nada de ningún archivo. Matt envía los archivos a los medios de comunicación con el consiguiente escándalo.
     Matt ve, por última vez, a su novia a través de la ventana de un bar en París. Le envía una nota con el camarero. Ella vuelve la cara. Se miran. Ella sonríe con cariño. Y él se va.
   

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