Dios habló con él por primera vez
sábado, junio 27, 2020«—Nicholas —dije— habla con Dios.
Ella me miró de hito en hito, boquiabierta.
—Empezó en Berkeley. Verás, cuando era pequeño fue cuáquero. Estoy seguro de que eso figura en vuestros archivos. Los cuáqueros creen que el Espíritu Santo puede acercarse a uno y hablarle. Durante toda su vida Nicholas esperó que Dios —que es la misma persona que el Espíritu Santo, en particular si uno es trinitario, y Nicholas y yo lo somos— viniera a hablarle. Un par de años antes de que abandonáramos Berkeley, a principios de los sesenta, Dios habló con él por primera vez.»
«—Desde entonces —continué—, Nicholas ha estado en estrecha relación con Dios. Habla con él tal como tú y yo hablamos ahora.»
«—¿Conoces a alguien más que converse regularmente con Dios? —pregunté—. La vida de Nicholas está completamente subordinada a ello; hablar con Dios y escuchar a Dios hablarle a su vez, lo es todo para él. Es comprensible que lo sea. Yo le envidio su experiencia.»
«Voy a revelarte algunas de las cosas que Dios le ha comunicado.»
«—Dios dijo —le expliqué—, que hará caer plagas sobre toda esta situación y la purificará. Plagas líquidas, diría yo a simple vista; algo relacionado con el agua.»
«—Creo que también dijo que pondría un arco iris en el cielo —expliqué—. A continuación, como señal de paz entre Dios y el hombre.»
«—La policía de control de sueños. Andan husmeando los sueños subversivos.»
«La idea de Ferris Fremont jugando aquí de niño —la idea de Ferris Fremont de niño siquiera, en cualquier parte— era demasiado estrafalaria para creerla. Habría hecho rodar su triciclo junto a estas mismas casas, saltando por encima de las mismas grietas en que habíamos tropezado esta noche; su madre probablemente le habría prevenido contra los coches que circulaban por esta calle. El niño jugaba aquí e inventaba fantásticas historias acerca de la gente que pasaba, acerca de la misteriosa palabra ARAMCHECK inscrita en el cemento bajo sus pies; haciendo conjeturas durante semanas y meses sobre cuál sería su significado, percibiendo en ella, con mente de niño, secretas y ocultas intenciones que iban a florecer más tarde, en la edad adulta, convirtiéndose en rozagantes ilusiones paranoicas, plenamente formadas, sobre una inmensa organización de conspiradores sin creencias fijas y sin militantes reales; pero, de un modo u otro, un gigantesco enemigo de la sociedad, que debía buscarse y aniquilarse dondequiera que se hallase. Me pregunté cuánto de ello se le habría ocurrido cuando todavía era un niño. Acaso lo había imaginado todo ya en aquella época. Y de adulto simplemente lo había expresado.»
«Vamos a terminar todos en los campos de Nebraska, y tú lo sabes más bien que la hostia, Nick. ¿Cómo puedes esperar librarte? Fíjate en lo que me pasó a mí: me robaron años de notas para futuros libros; me liquidaron de veras. Y no hablemos de la intimidación en sí… Coño, ahora cada vez que escribo unas cuantas páginas temo que a lo mejor vuelvo a casa de la tienda y me encuentro con que todas han vuelto a desaparecer como me ocurrió aquel día. Nada está fuerra de peligro, nada ni nadie.»
«—Qué va —dije—. Del mío no informaron nada especial. Se limitaron a ponerlo en una lista con todos los hurtos que se habían perpetrado en el país durante la semana. «Seiscientos dólares de un estéreo cuyo robo denunció Philip K. Dick, de Placentia, la noche del dieciocho de noviembre de 1971». No mencionaron para nada el robo de los documentos y los cheques cancelados, ni los ficheros reventados... Como si se tratara de un vulgar robo cometido por drogadictos que andaran tras algo que pudieran vender. No mencionaron la pared de atrás de los ficheros, que quedó ennegrecida por el calor... No mencionaron el gran montón de toallas y alfombrillas empapadas en agua apiladas en el cuarto de baño que utilizaron para tapar el fichero...»
«Nicholas dijo:
—Francamente, Phil: eres el que escribe los libros más raros de los Estados Unidos, libros psicóticos de verdad, libros acerca de locos, drogados y lunáticos de toda especie; de hecho, de un género que nunca se había descrito. No puedes culpar al gobierno por tener curiosidad de saber qué clase de persona escribiría libros así, ¿verdad? Entiéndeme; tu personaje principal está siempre al margen del sistema, es un fracasado que finalmente, de un modo u otro…»
«—¿De qué trata el libro?
Tras unos momentos de silencio, dije:
—De un estado policíaco de América modelado sobre el sistema carcelario Gulag soviético. Un estado policíaco de esclavos erigido aquí. Se titula Fluyan mis lágrimas, dijo el policía.»
«—Nicholas —dije— habla con Dios.
Ella me miró de hito en hito, boquiabierta.
—Empezó en Berkeley. Verás, cuando era pequeño fue cuáquero. Estoy seguro de que eso figura en vuestros archivos. Los cuáqueros creen que el Espíritu Santo puede acercarse a uno y hablarle. Durante toda su vida Nicholas esperó que Dios —que es la misma persona que el Espíritu Santo, en particular si uno es trinitario, y Nicholas y yo lo somos— viniera a hablarle. Un par de años antes de que abandonáramos Berkeley, a principios de los sesenta, Dios habló con él por primera vez.»
«—Desde entonces —continué—, Nicholas ha estado en estrecha relación con Dios. Habla con él tal como tú y yo hablamos ahora.»
«—¿Conoces a alguien más que converse regularmente con Dios? —pregunté—. La vida de Nicholas está completamente subordinada a ello; hablar con Dios y escuchar a Dios hablarle a su vez, lo es todo para él. Es comprensible que lo sea. Yo le envidio su experiencia.»
«Voy a revelarte algunas de las cosas que Dios le ha comunicado.»
«—Dios dijo —le expliqué—, que hará caer plagas sobre toda esta situación y la purificará. Plagas líquidas, diría yo a simple vista; algo relacionado con el agua.»
«—Creo que también dijo que pondría un arco iris en el cielo —expliqué—. A continuación, como señal de paz entre Dios y el hombre.»
Philip K. Dick
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