Era sólo su cuerpo el que sonreía
sábado, junio 20, 2020«Soltó una risita que tenía algo de abstracto, de distante; siempre sonreía y siempre soltaba la misma risita, su voz sonaba siempre atronadora, pero en su interior no sentía la presencia de nadie ni le importaba: era sólo su cuerpo el que sonreía, hacía ademanes de sentimiento y estrechaba manos. Nada alcanzaba su mente, que permanecía siempre alejada. Amable,pero distante, arrastró a Herbert a su lado, barriendo a grandes zancadas la distancia que le separaba de los receptáculos congelados en los cuales yacían los semivivos.»
«Los episodios siempre empiezan así: empieza a llorar y no quiere sacar la basura. Montones de basura y de desechos. Y no se baña. Y no sale del apartamento. Y no paga las cuentas, así le corten el gas y la electricidad. Y empieza a escribir cartas a la Casa Blanca. De esto no he hablado con Tim. Realmente, no lo he hablado nunca con mucha gente. Por eso creo que puedo mantener nuestra relación —mi relación con Tim— en secreto; porque tengo práctica en mantener las cosas en secreto. No, perdón; no empieza cuando él llora; empieza cuando no puede conducir su coche. Fobia del conductor; tiene miedo de salirse del camino. Primero en la carretera de la costa este; luego se extiende a todas las demás calles, y finalmente le asusta ir a pie hasta la tienda, y el resultado es que no puede salir a comprar comida. Pero eso no importa, porque de todos modos en ese estado ya no come —cayó en el silencio—.»
«Por alguna razón, Tim habló de Satán; tenía una nueva teoría acerca del ascenso y la caída de Satán, y al parecer quería ponerla a prueba con nosotras, ya que Kirsten y yo éramos las personas que tenía más a mano. En ese momento pensé que Tim se proponía incluir su teoría en el libro que había empezado a escribir.»
«Veo la leyenda de Satán de una forma nueva. Él deseaba conocer a Dios tan completamente como fuera posible. El conocimiento más pleno llegaría si se convertía en Dios, si él mismo era Dios. Luchó para eso y lo consiguió, sabiendo que el castigo sería el exilio permanente de Dios. Pero lo hizo de todos modos, porque la memoria de haber conocido a Dios, de conocerlo como nadie más lo habría conocido ni podría hacerlo, justificaba para él su eterno castigo. Ahora bien; quién diríais que amaba verdaderamente a Dios, entre todas las personas que han existido? Satán aceptó voluntariamente el eterno exilio y castigo sólo para conocer a Dios —para ser Dios— por un instante. Se me ocurre, además, que Satán conocía verdaderamente a Dios; pero que quizá Dios no conocía o comprendía a Satán; si lo hubiese comprendido, no lo habría castigado. Por eso se ha dicho que Satán se rebeló; esto significa que Satán estaba fuera del control y del dominio de Dios, como en otro universo. Pero Satán, pienso, aceptó con regocijo su castigo, porque era su prueba, ante sí mismo, de que había conocido y amado a Dios. De otra manera, podría haber hecho lo que hizo por alguna recompensa, si es que existía una. «Mejor es gobernar en el infierno que servir en el cielo» es un aspecto; pero no el verdadero, que es la última meta del ser y el conocimiento, porque en comparación con conocer plena y realmente a Dios todo lo demás es en verdad muy poco.»
«—Tal como yo lo veo, se podría decir que Satán robó, no el fuego sino el conocimiento de Dios. Pero no se lo dio al hombre, como hizo Prometeo con el fuego. Quizás, el verdadero pecado de Satán haya sido que, al adquirir ese conocimiento, lo guardara para sí; que no lo compartiera con la humanidad. Es interesante..., con esa línea de razonamiento se podría pensar que es posible adquirir conocimiento de Dios por intermedio de Satán.»
«—El hombre debe asaltar a Satán y apoderarse de ese conocimiento —dijo Tim— arrancárselo. Satán no quiere cederlo. Ha sido castigado por ocultarlo, no por adquirirlo antes que nadie. Entonces, en cierto sentido, los seres humanos podrían redimir a Satán combatiendo contra él para arrebatárselo.»
Philip K. Dick
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