Gesto de mujer

jueves, agosto 14, 2014



La vi de pie delante de una puerta, como a unos doscientos metros. Mi paso cambió. Busqué la mejor postura acorde con la impresión que me causaba cada vez que la veía. Pero esta vez se me impuso la decisión de cambiar de actitud con ella. No se por qué; no sé pero así fue en menos de un segundo. Aceleré la marcha de forma casi imperceptible para que ella no se diese cuenta. Se me hicieron cortísimos esos pasos. Cuando estuve a su altura no la miré. Me paré en seco como a unos dos metros. Conseguí no sentirla; como si ella no existiera. Por unos segundos pensé en otra cosa más allá de ese lugar. Aún estando casi paralelo a ella mi cara miraba hacia el otro lado. Habitualmente ella solía quedarse quieta en el lugar en el que estaba; pero esta vez, se movió. Pasó detrás de mí. Dio como unos diez pasos en dirección hacia donde yo había venido. No volví la mirada. Noté que ella había dado varios pasos hacia atrás y se había parado de espaldas a la pared. La miré de reojo cuando percibí que no me estaría mirando. Me puse a mirar el fondo de la calle como si estuviera mirando algo muy interesante. Notaba como mis ojos brillaban de interés. No sé si ella pensó que es lo que yo había visto de interesante. La postura de su cuerpo parecía indicar que ella no estaba pendiente. Yo quise pensar que no era así. Yo pensé que ella mantenía la misma actitud indiferente de siempre. Me mantuve en la misma actitud que había adoptado. Fumé dos cigarrillos seguidos como si estuviera viviendo algo muy intenso. Ella volvió a pasar detrás de mí. Y se puso delante, un poco a mi derecha. Cuando supe que no me miraba la miré atentamente sin pasión. Llevaba una elegante y fina blusa de flores de color pastel suave. Sus desnudos brazos dejaban ver, cerca de sus hombros, una leve parte de la entrada de su seno. No me emocioné para nada; no fue como las primeras veces; a pesar de que esta vez era mucho más bella. Se volvió y entró en el bar. Se sentó y yo hice lo mismo justo detrás de ella. Ella se dio cuenta y no se echó sobre el respaldo. Ah, olvidaba que justo antes de sentarme al pasar frente a ella, ella levantó sus grandes ojos y me miró a los ojos la primera vez. Como no me lo esperaba no reaccioné. Como dije me senté detrás de ella en una posición relajada sin dejar de mirarla ni un solo instante. Ella sabía que la estaba mirando; pero no hizo ningún gesto para mirar de reojo. No me importaba que no mirase. No esperaba nada a pesar de su mirada. Fue entonces cuando se levantó y al coger su bolso, fue entonces cuando en ese momento ella no pudo evitar hacer con sus caderas un gesto de mujer.

Carlos del Puente

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