Kafka La entrada a la construcción de la obra

lunes, abril 21, 2014




"He presentado la obra y me parece bien lograda.

Desde afuera sólo se ve un gran agujero que en realidad no conduce a ninguna parte,

ya que a los pocos pasos se tropieza con roca.

 No quiero jactarme de haber ejecutado esta treta en forma deliberada;

 es más bien el sobrante de uno de los numerosos y vanos intentos de construcción,

pero finalmente, me pareció ventajoso

dejar este agujero sin rellenar. [NOTA: ¿CUÁL ES EL AGUJERO?]

Desde luego hay astucias que, por sutiles, se aniquilan por sí solas,

eso lo sé mejor que nadie, e

 indudablemente constituye una audacia

llamar la atención con este agujero

sobre la posibilidad de que aquí exista algo digno de ser investigado.


 A unos mil pasos de este agujero se halla, cubierto por una capa de musgo suelto, [NOTA: ¿EL MUSGO SUELTO PUEDEN SER LOS TEXTOS CORTOS?]

el verdadero acceso,

tan bien asegurado -como puede estarlo algo en el mundo; naturalmente, alguien podría pisar el musgo o levantarlo; entonces

mi obra quedaría al aire

y quien tuviera ganas

–nótese, sin embargo, que se requerirían dotes no demasiado frecuentes–

podría penetrar y destruirlo todo para siempre. Lo sé bien

Todos estos son cálculos harto penosos; la alegría que la cabeza experimenta al efectuarlos es muchas veces

 el único motivo de que siga calculando.



Pero hay bandidos apasionados que perforan ciegamente la tierra

 y que por la enorme extensión de mi obra, pueden alentar la esperanza de dar con algunos de mis túneles.

 Ciertamente, tengo la ventaja de estar en mi casa y de

 conocer perfectamente todos los caminos y direcciones. 

 He ensanchado las galerías cada cien metros hasta convertirlas en pequeña plazas circulares.


Yo, en cambio, estoy en una fortaleza protegida por todos lados

 –más de cincuenta de éstas hay en mi construcción– 

Casi en el centro mismo de la obra está la plaza principal, 

En esta plaza fuerte almaceno las provisiones, compuestas por los sobrantes de mis capturas dentro de la casa, luego de satisfacer las necesidades inmediatas, 

y por lo que traigo de las cacerías exteriores.


También puedo efectuar nuevos ordenamientos

 y, según las épocas del año, hacer nuevas previsiones y proyectos de caza. Hay períodos en que estoy tan provisto que, indiferente a la comida en general, ni siquiera toco la caza menor que se agita aquí, lo que, por otros motivos, tal vez sea temerario. 

Como consecuencia de las múltiples tareas vinculadas a los preparativos de defensa, 

mis ideas acerca de la utilidad de la construcción 

para ese caso se modifican o desarrollan en forma importante. 

Me parece que es peligroso basar la defensa exclusivamente en la plaza fuerte; [NOTA: ¿OBRAS PRINCIPALES?]

 la complejidad de la obra me brinda muchas otras posibilidades y me parece prudente 

distribuir las provisiones dejando algunas de ellas en pequeñas plazas; [NOTA: ¿TEXTOS CORTOS?]

entonces destino, por ejemplo, 

cada tercer lugar a las reservas, 

o cada cuarto o depósito principal 

y cada segundo a almacén de reserva adicional, o algo por el estilo. 

O, 

para despistar, 

elimino ciertos caminos de la acución de la salida principal, sólo algunos pocos sitios.


A veces, sin embargo, me despierto con sobresalto, y aquí está lo grave,

 parece que la actual distribución es por completo errónea, que puede provocar enormes peligros y que es urgente rectificarla, 

sin tiempo para somnolencias o para el cansancio. Entonces me apresuro, vuelo, no tengo tiempo para cálculos,

 quiero realizar un nuevo y minucioso proyecto,

Desde luego, la idea fundamental de distribuir las reservas es correcta, 

pero solamente cuando se poseen varios sitios similares a mi plaza fuerte. 

¡Varios sitios! ¡Naturalmente! Pero ¿quién puede realizar eso? 

Tampoco pueden acomodarse, en el plan de conjunto, a posteriori.

 Sin embargo, quiero reconocer que en ello radica un error de la construcción, pero como por lo general siempre hay un error,

cuando de algo se posee un solo ejemplar. [NOTA: ¿A QUÉ SE REFIERE? ]

Y también reconozco que durante toda la ejecución de la obra en lo más oscuro de mi conciencia moró la idea aunque con bastante nitidez, de 

disponer de más de una plaza fuerte, 

pero no he cedido; me sentía demasiado débil para hacerme cargo de la necesidad de dicho trabajo y me consolaba de cualquier modo con sensaciones no menos oscuras, según las cuales lo que en otros casos no sería suficiente,

Tengo, pues, una sola plaza fuerte, pero los oscuros temores de que no pudiera alcanzar se han perdido. Sea como fuere, debo conformarme con una sola; 

las pequeñas plazas no podrían reemplazarla de ningún modo,

 por lo que comienzo, cuando este punto de vista ha madurado, 

a arrastrar material, desde las pequeñas plazas a la principal. 

Una vez que han pasado dichos tiempos suelo revisar la obra, 

y cuando las reparaciones necesarias han sido hechas la abandono, aunque siempre por poco tiempo.

 El castigo de verme privado de ella largamente me parece excesivo, pero

 reconozco que estas excursiones son imprescindibles. 

he instalado allí un complejo zig-zag de galerías. 

Cuando inicié la obra todavía no podía soñar en poderla terminar según el proyecto; 

comencé en este rincón, casi jugando, 

aquí se desfogó mi primer entusiasmo en una construcción laberíntica [NOTA: ¿EN QUÉ TEXTO EMPEZÓ EL PLAN?]

que, en aquel entonces, me pareció la más excelsa de las construcciones, 

pero que hoy considero, probablemente con mayor justicia, como labor de aficionado, indigna del resto de la construcción. En teoría tal vez sea valiosa –

aquí está la entrada a mi casa, les decía irónicamente a los enemigos invisibles y los veía ya asfixiados en masa en el laberinto de entrada–,

 pero en realidad representa un jugueteo de paredes harto de endebles, 

En aquella época, cuando inicié la construcción,

 pude trabajar allí con relativa tranquilidad, el riesgo no era mucho mayor que en cualquier otro lugar, 

pero significaría llamar casi deliberadamente la atención de todo el mundo sobre la obra 

hoy que ya no es posible. Conservo sin embargo, alguna debilidad por esta empresa inicial, pero si viene el gran ataque, ¿qué trazado de la entrada podría salvarme?

 La entrada puede ciertamente engañar, desviar, torturar, al atacante, y también lo lograría éste en último caso, pero es evidente que un ataque realmente importante tengo que resistirlo de inmediato, con todos los medios de la obra en conjunto y con todas las fuerzas del cuerpo y del alma. 

De modo que el acceso permanezca como está. Si la construcción ofrece tantas debilidades impuestas por la naturaleza,

 que soporte también estas deficiencias creadas por mí, 

Que persista el corregible error 

allá arriba, 

junto a la entrada, 

el laberinto de entrada probablemente emprendería el regreso. 

¿Cómo? Tu casa está protegida, clausurada, vives en paz, abrigado, señor, 

único señor de una multitud de galerías y plazas,

 y espero que todo esto no desees sacrificarlo, 

o por lo menos exponerlo en cierto modo. Tienes, sí, la esperanza de recuperarlo, pero te comprometes en un juego arriesgado, demasiado arriesgado. ¿Hay motivos razonables? No; para algo semejante no puede haber motivos razonables.

 Sin embargo, levanto con cautela la trampa, 

estoy afuera, la dejo descender con cuidado, y a la máxima velocidad posible

 huyo de este lugar delator."

Kafka


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