Strindberg El Doble
sábado, abril 12, 2014
"Por fin llegó el tren a la ciudad. Zachris se detuvo a leer un cartel para dar al extraño tiempo de pasar de largo.
Pero el extraño se detuvo en otro cartel justo a la salida.
Y allí permanecían los dos, como si cada uno esperase a que el otro muriera:
tenían los pies congelados, pero nadie quería echar a andar primero. Zachris buscó alguna salida oculta, y cuando creyó haberla encontrado, trotó con gran dificultad y esfuerzo sobre los rieles, entre furgones que trajinaban y locomotoras de maniobras, y llegó al almacén de mercancías, donde no obstante un mozo le agarró por el brazo y educadamente le condujo de nuevo al mismo camino sobre los rieles por donde había venido. Habiendo tropezado con unas agujas, se le ladeó el sombrero y las gafas se le cayeron al bigote,
al tiempo que era recibido con una risa irónica por el extraño, que le había estado esperando.
Salió entonces corriendo de la estación, y se lanzó a los callejones de la ciudad. Pero cuando se detuvo ante el escaparate de una tienda,
vio al extraño ante otro escaparate.
En esos momentos le asaltaron sombríos pensamientos de suicidio,"
"Puede incluso que llegues a estar tanto tiempo fuera de casa, y ocupado en cosas tan feas, que luego huyas de ella y ya no te veas capaz de regresar nunca.
Te recibe algo desconocido, que ha tomado posesión de tu espacio y que te expulsa del mismo;
alguien al que no ves está sentado en tu sofá, alguien que es como un espectro de ti mismo, pero amenazante:
una emanación de lo mejor de tu ser, que persigue a su denigrado hermano gemelo con desdén y reproches.
Y puedes asimismo encontrarte con extraños seres, malvadas creaciones de tu propia persona que en el espacio abandonado y vacío han cobrado vida: seres que es muy desagradable encontrarse, pues no son sino los hijos de los páramos, de las ruinas, de los restos de un incendio, del silencio y del vacío."
Strindberg
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