Kafka Sexo en un charco de cerveza con sus pequeños cuerpos

domingo, abril 27, 2014


"Aún no había salido de la habitación, cuando Frieda apagó la luz

y ya estaba al lado de K debajo del mostrador.

–¡Amado mío! ¡Mi dulce amado!
–susurró, pero ni siquiera rozó a K,
como inconsciente de amor yacía sobre la espalda con los brazos extendidos;
el tiempo era infinito para su amor afortunado y suspiró, más que cantó, una canción.

 Luego se sobresaltó, pues K estaba sumido en sus pensamientos,

y comenzó a arrastrarse hacia él como si fuera una niña:


–Ven, aquí se asfixia uno.

Se abrazaron, el pequeño cuerpo ardía en las manos de K,

rodaron sumidos en una inconsciencia de la que K intentó en vano liberarse;

 unos metros más allá chocaron con la puerta de Klamm provocan do un ruido sordo

 y allí yacieron sobre un charco de cerveza y rodeados de otra basura de la que el suelo estaba cubierto.

 Allí transcurrieron horas, horas de un aliento común, de latidos comunes, horas en las que K tuvo la sensación de perderse

 o de que estaba tan lejos en alguna tierra extraña como ningún otro hombre antes que él,

 una tierra en la que el aire no tenía nada del aire natal, en la que uno podía asfixiarse de nostalgia y ante cuyas disparatadas tentaciones

no se podía hacer otra cosa que continuar, seguir perdiéndose."

Kafka

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