Kafka ¿Quién es esta mujer? ¿A quién se le parece tanto que nos confunde? ¿Por qué no debe enterarse la opinión pública? Si para ti es una perfecta desconocida ¿quién es, entonces?
martes, abril 01, 2014
[Fragmentos]
UN ARTISTA DEL HAMBRE
1923
UNA MUJERCITA
"Además, esto representa para mí, si así puedo decirlo, cierta responsabilidad, porque por menos intimidad que haya entre la mujercita y yo, y por más evidente que sea que la única relación existente es la irritación que le produzco, o más bien la irritación que ella permite que yo le produzca, no por eso puedo sentirme indiferente
ante los visibles perjuicios físicos que le produce.
De vez en cuando, y estos últimos tiempos más a menudo, me llegan informes de que esa mañana amaneció pálida, insomne, con dolor de cabeza y casi incapacitada para el trabajo;
esto hace que sus familiares se pregunten perplejos cuál será el origen de esos estados, y hasta ahora no lo han descubierto.
Sólo yo lo sé, (...)
sólo la repugnancia, una incesante repugnancia que no deja de impelerla, consigue que se ocupe de mí;
discutir abiertamente algo tan impuro le parecería demasiada vergüenza.
Pero también es demasiado para ella callar constantemente algo que la oprime sin cesar. Por eso prefiere, con astucia femenina, un término medio: callar, y sólo mediante las apariencias exteriores
de un sufrimiento oculto,
llamar la atención pública sobre el asunto.
Tal vez espere, posiblemente, que en cuanto la atención pública fije en mí todas sus miradas, se concrete un rencor general y público, y con todos sus vastos poderes éste consiga condenarme definitivamente, con mucho más vigor y rapidez que sus relativamente débiles rencores privados,
entonces se retiraría de la escena, respiraría con alivio y me volvería la espalda. Ahora bien, si estas son realmente sus esperanzas, se engaña. La opinión pública no la sustituirá en su papel;
la opinión pública nunca encontraría en mí tantos motivos de reproche,
aunque me estudiara a través de su lupa de mayor aumento.
No soy un hombre tan inútil como ella cree; no quiero exagerar mis méritos, y mucho menos cuando se trata de este asunto;
pero si no llamo la atención por mis condiciones extraordinarias,
tampoco la llamo por mi falta de condiciones;
sólo para ella, para sus ojos llameantes y casi lívidos de ira, soy así;
no podrá, convencer a nadie más.
Por lo tanto, ¿puedo sentirme por completo tranquilo en lo que a esto respecta? No, tampoco; porque cuando sea realmente de conocimiento público que mi comportamiento está provocando positivamente su enfermedad, y algún observador, por ejemplo mis más activos informadores, estén a punto de advertirlo, o por lo menos adopten la actitud de advertirlo, y la gente venga a preguntarme por qué hago sufrir a esta pobre mujercita
con mis acciones incorregibles,
o si tengo la intención de llevarla a la tumba,
que la mujer en cuestión es para mí una perfecta desconocida,
y que la relación que existe entre nosotros es pura invención de su parte y totalmente inexistente?
No digo que no me creerían; más bien ni una cosa, ni la otra;
no se tomarían el trabajo de dudar;
nada puede hacerla desaparecer, ni siquiera mi propia desaparición;
mi desdichada manera de ser, que no puedo imaginar diferente porque me pertenece de nacimiento,
consiste justamente en susurrar suaves consejos a quien está enfurecido. De este modo, naturalmente, no llegaremos jamás a entendernos.
Día tras día saldré de la casa con mi habitual alegría
matutina, para encontrarme con ese rostro amargado,
con la curva desdeñosa de esos labios, la mirada investigadora (y ya antes de investigar, segura de lo que encontrará)
que me explora y a la que nada escapa,
de los reducidos límites que hasta ahora ha tenido, no dejar penetrar en él al mundo exterior,
o sea quedarme tranquilo donde estoy, y no permitir que el asunto ocasione ningún cambio considerable e importante, lo que significa
no hablar con nadie de la cuestión;
pero todo esto no porque se trate de un peligroso misterio,
¿Y qué sucedió realmente durante todos estos años? Muy simple:
estas situaciones se repitieron, a veces más violentamente, a veces menos,
y que en consecuencia su suma total ha aumentado. Y la gente acecha en torno, deseosa de intervenir, si pudieran descubrir una oportunidad que se lo permitiera; pero no encuentran ninguna, hasta ahora se han visto obligados a reducirse a lo que podían olfatear en el ambiente, y bastante había como para mantenerlos ampliamente ocupados, pero allí terminaba todo. Pero siempre ha sido fundamentalmente así,
siempre existieron esos inútiles espectadores y esos olfateadores,
que excusaban su presencia con pretextos ingeniosos, con preferencia de parentesco,
siempre espiando, siempre olfateando toda clase de pistas,
pero la consecuencia de todo esto es simplemente que allí están todavía.
ocurriera que la opinión pública se interesara en este asunto,
lo que insisto en repetir, no le compete,
no saldré seguramente indemne de dicho proceso,
pero también es indudable que tendrán en consideración el hecho de que la opinión pública no le desconoce totalmente,
y que hasta ahora siempre he vivido a la plena luz,
Por lo tanto, de cualquier ángulo que se lo considere resulta evidente, y a esa evidencia me atengo, que si consigo
mantener este pequeño asunto bajo control,
aun sin esforzarme, todavía
podré seguir viviendo durante mucho tiempo la vida que hasta ahora he vivido,
imperturbado por el mundo"
Kafka
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