Wittgenstein La filosofía deja todo como está. Un problema filosófico tiene la forma: «No sé salir del atolladero»

miércoles, noviembre 20, 2013



"122. Una fuente principal de nuestra falta de comprensión es que no vemos
sinópticamente el uso de nuestras palabras.— A nuestra gramática le falta visión
sinóptica.— La representación sinóptica produce la comprensión que consiste en
'ver conexiones'. De ahí la importancia de encontrar y de inventar casos intermedios.

El concepto de representación sinóptica es de fundamental significación para
nosotros. Designa nuestra forma de representación, el modo en que vemos las
cosas.
(¿Es esto una 'Weltanschauung’ ?)

123. Un problema filosófico tiene la forma: «No sé salir del atolladero».

124. La filosofía no puede en modo alguno interferir con el uso efectivo del
lenguaje; puede a la postre solamente describirlo.

Pues no puede tampoco fundamentarlo.

Deja todo como está.

Deja también la matemática como está y ningún descubrimiento matemático puede
hacerla avanzar.

Un «problema eminente de lógica matemática» es para nosotros un
problema de matemáticas como cualquier otro.

125. No es cosa de la filosofía resolver una contradicción por medio de un
descubrimiento matemático, lógico-matemático.
Sino hacer visible sinópticamente el estado de la matemática
que nos inquieta, el estado anterior a la solución de la contradicción.

(Y no se trata con ello de quitar del camino una dificultad).
El hecho fundamental es aquí: que establecemos reglas, una técnica, para un juego,
y que entonces, cuando seguimos las reglas, no marchan las cosas como habíamos
supuesto.

Que por tanto nos enredamos, por así decirlo, en nuestras propias reglas.
Este enredarse en nuestras reglas es lo que queremos entender, es decir, ver
sinópticamente.

Ello arroja luz sobre nuestro concepto de significar. Pues "en estos casos
las cosas resultan  de  modo  distinto  de  lo  que  habíamos  significado,
previsto.
Decimos justamente, cuando, por ejemplo, se presenta la contradicción:
«Yo no significaba esto.»
El estado civil de la contradicción, o su estado en el mundo civil:
ése es el problema filosófico.

126. La filosofía expone meramente todo y no explica ni deduce nada.

— Puesto que todo yace abiertamente, no hay nada que explicar.

Pues lo que acaso esté Oculto, no nos interesa.
Se podría llamar también «filosofía» a lo que es posible antes de todos los
nuevos descubrimientos e invenciones.
p. 47

127. El  trabajo  del  filósofo  es  compilar  recuerdos  para  una  finalidad
determinada.

128. Si se quisiera proponer tesis en filosofía, nunca se podría llegar a discutirlas
porque todos estarían de acuerdo con ellas.

129. Los aspectos de las cosas más importantes para nosotros están ocultos
por su simplicidad y cotidianeidad.

(Se puede no reparar en algo —  porque siempre se tiene ante los ojos).

Los fundamentos reales de su indagación no le llaman en absoluto la
atención a un hombre. A no ser que eso le haya llamado la atención alguna vez.
— Y esto quiere decir: lo que una vez visto es más llamativo y poderoso,
no nos llama la atención.

130. Nuestros claros y simples juegos de lenguaje no son estudios preparatorios
para  una  futura  reglamentación  del  lenguaje  — como  si  fueran  primeras
aproximaciones, sin consideración de la fricción y de la resistencia del aire.

Los juegos del lenguaje están más bien ahí como objetos de comparación
que deben arrojar luz sobre las condiciones de nuestro lenguaje
por vía de semejanza y desemejanza.

131. Sólo podemos, pues, salir al paso de la injusticia o

vaciedad de nuestras aserciones

exponiendo el modelo como lo que es, como objeto de comparación
— como, por así decirlo, una regla de medir; y no como prejuicio
al que la realidad tiene que corresponder.

(El dogmatismo en el que tan fácilmente caemos al filosofar).

132. Queremos  establecer  un  orden  en  nuestro  conocimiento  del  uso  del
lenguaje: un orden para una finalidad determinada;

uno de los muchos órdenes posibles;  no  el  orden.

Con  esta  finalidad  siempre  estaremos  resaltando
constantemente distinciones que nuestras formas lingüísticas
ordinarias fácilmente dejan pasar por alto.

De ahí, pudiera sacarse la impresión de que consideramos que nuestra tarea
es la reforma del lenguaje.
Una reforma semejante para determinadas finalidades prácticas, el mejoramiento
de nuestra terminología para evitar malentendidos en el uso práctico,
es perfectamente posible.
Pero éstos no son los casos con los que hemos de habérnoslas.
Las confusiones que nos ocupan surgen, por así decirlo,

cuando el lenguaje marcha en el vacío, no cuando trabaja.

133. No queremos refinar o complementar de maneras inauditas el sistema de
reglas para el empleo de nuestras palabras.
Pues la claridad a la que aspiramos es en verdad completa. Pero esto sólo quiere

decir que los problemas filosóficos deben desaparecer completamente.

El descubrimiento real es el que me hace capaz de dejar de filosofar cuando
quiero.

— Aquel que lleva la filosofía al descanso, de modo que ya no se fustigue más
con preguntas que la ponen a ella misma en cuestión.—

En cambio, se muestra ahora un método con ejemplos y la serie de estos
ejemplos puede romperse.— Se resuelven problemas (se apartan dificultades),
no un único problema.

No hay un único método en filosofía,

si bien hay realmente métodos, como diferentes terapias.

Ludwig Wittgenstein Investigaciones filosóficas. p. 48

.                                                                         ****

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