La mujer de la cabaña del bosque

martes, noviembre 04, 2014



Subí al monte a meditar. Bajé después de varios años harto de soledad. Volví a pasar por la cabaña del bosque donde aquella vieja mujer me había dado agua. No tenía sed. No tenía previsto parar de nuevo en aquel lugar. Pero delante de la puerta apareció una joven. Me saludó sonriente. La saludé sin gana. Cuando ella me preguntó si no quería agua algo en su voz me sorprendió. La miré ya parado. Quise preguntarle por la anciana; pero no: no quería volver a verla. ─¿No tienes sed?  ─me preguntó. No quería pararme, no. ─Me llamo Salomé ─me dijo con tono irónico. La miré sorprendido; yo no creía en las coincidencias. No le contesté; estaba demasiado perturbado. Seguí mi regreso hacia la ciudad y cuando estaba llegando se hizo de noche. No sé porqué entonces de repente volví a hacer el camino que me había llevado por primera vez a la montaña. Cuál fue mi sorpresa cuando al llegar a la casa me encontré de nuevo a la mujer anciana. ─Tengo sed ─le dije. Ella me preguntó: ─¿A dónde vas?Después de explicarle mi propósito, seguí mi camino. Esta vez me harté pronto de la soledad. Bajaba rápido para llegar a la ciudad cuanto antes, cuando una joven me preguntó: ─¿Hoy sí tienes sed? ¿Vuelves otra vez a la ciudad? Asustado, continué mi camino. Volví una y otra vez a hacer el mismo trayecto en los dos sentidos y siempre vivía esos dos encuentros. Tengo que decir que ahora estoy escribiendo esto apoyado en un árbol en medio del camino.

Carlos del Puente

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