Platón el viejo, Sócrates el joven y Diógenes el perro
sábado, noviembre 01, 2014
SÓCRATES.-¿Qué haces, Diógenes, que no mueves el rabo al verme?
DIÓGENES.-No muevo el rabo, Sócrates, porque mi rabo no se mueve ante un culo cualquiera.
SÓCRATES.-¿No es ese el viejo Platón el que por allá viene cojeando?
DIÓGENES.-Sí, Sócrates, ese es el viejo loco de las ideas. Pasa por esta plaza todas las mañanas en dirección a la Academia. Ahí va todo pensamiento y no creo que me vea.
SÓCRATES.-¿Crees que si le hablo el viejo contestará a mis preguntas?
DIÓGENES.-No dudo, Sócrates, que ese altivo aristócrata no se dignará a hablarle a un cualquiera.
SÓCRATES.-Ya verás, Diógenes, como mis preguntas hacen hablar a cualquiera.
DIÓGENES.-Tus preguntas lo sacarán del sueño del que según veo aún no ha salido porque es demasiado temprano o porque aún no ha pasado suficiente tiempo.
SÓCRATES.- Buenos días, señor anciano. No es usted el gran autor que según cuentan por todo Atenas ha escrito mucho sobre el mundo de las ideas.
PLATÓN.-Sí, soy yo, joven. Tengo prisa. ¿Qué desea?
SÓCRATES.-Hacerle solo una pregunta sobre un lugar.
PLATÓN.-¿Se ha perdido, joven, en esta plaza? Antenas no tiene pérdida si uno piensa con lucidez.
SÓCRATES.-No, señor, Antenas no tiene pérdida para mí: es ella la que me pierde.
PLATÓN.-Creo, joven, que se confunde; una ciudad no puede perder a un hombre si antes ha conocido sus méritos.
SÓCRATES.-Solo tengo como méritos el ser aún joven. Pero no es del tiempo que deseo hablarle.
PLATÓN.-¿De qué otra cosa entonces desea hablarme, joven?
SÓCRATES.-Es sobre el lugar material que ocupa el Ser en su mundo de las Ideas.
PLATÓN.-Joven, tendré que contestarle en vano que al igual que su vana pregunta el Ser no tiene lugar.
Salióle una sonrisa de perro a Diógenes mientras hacía el esfuerzo de ponerse a cuatro patas y salió huyendo de la plaza moviendo el rabo.
Carlos del Puente
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