Relato: Historia de amor perpetúa. Aún se oyen pasos haciendo círculos alrededor del laberinto

lunes, noviembre 24, 2014




Y llamaron a Teseo para liberar al Minotauro.

Cuál fue la sorpresa del bruto de Teseo cuando se encontró en la entrada del laberinto al bruto animal el Minitauro.

Teseo: ¿Pero tú qué haces aquí, animal, tú no estabas dentro?

Minitauro: Estaba pero salí hace mucho tiempo.

Teseo: ¿Y cómo saliste si nadie conocía la salida?

Minitauro: Te lo contaré si quieres. Pero la historia es larga.

Teseo: Cuenta si quieres, pues después de las cinco de la tarde te daré con esta espada muerte.

Minitauro: Cantaba yo la tristeza del encierro, detrás de esos ciegos muros, cuando desde fuera de ellos me llegaba la más divina fragancia de mujer conocida. Según después supe, ella, Ariadna, daba vueltas alrededor del laberinto todo el día. Ni ella misma sabía la razón: era un impulso que irrefrenable la movía. Yo descubrí dicho hecho por la dirección de su olor que cambiaba. Y por él sabía cuando había dado una vuelta completa. Ella se transformó en mi reloj: ya no contaba el tiempo ni miraba la inclinación del sol. Eran sus círculos mis horas, su olor mi viento, y yo en el centro del laberinto girando en dirección hacia ella.

Ella pone oídos a mis mugidos y no sé por qué extraño misterio un maravilloso día entra. La veo entrar. Se queda delante parada. Y durante largos días me mira a los ojos. Hablamos largos años, día tras día, noche y noche. No te quiero revelar, Teseo, que Ariadna estaba enamorada. Ignoro si ya lo estaba cuando entró o fue después con las palabras. Cierto es que así la vi y una noche abusé de su confianza. Le dije que iba a vigilar los pasadizos como cada noche; pero esta vez seguí el rastro de su olor hasta la salida.

Teseo: Traidor. Mereces esta muerte que a esta hora te doy.

[Sirviéndose de su astucia y buen olfato, Teseo entra y recorre los pasillos hasta ella. Es de noche. Ariadna lo mira y habla.]

Ariadna: ¿Quién viene? ¿Eres tú, Minitauro? Sabía que volverías. ¡Han pasado tantos años!

[En la oscuridad, Teseo no ve su figura.]

Teseo: Ese criminal ha muerto. Le he hecho comer la tierra. No merecía ni el aire que resoplaba. ¿Cómo pudo abandonarte? No lo comprendo.

[Ariadna calló o Teseo no escuchó la respuesta. A la llegada del alba, Teseo aún estaba de pie. Y cuál fue su sorpresa cuando al verla...]

Teseo: ¡Pero cómo! ¡Tú aquí! ¡pero si te dejé ayer derribado en la entrada! ¡No es posible! No tienes sobre tu lomo herida. ¿Me he vuelto loco? ¿Soy yo, Teseo?

Ariadna: Eres tú, Teseo. No temas: el Minotauro ha muerto.

Teseo: Entonces estoy delirante porque me parece verlo.

Ariadna: Lo que ves, Teseo, son los recuerdos en mi carne.

Teseo: ¿Eres tú, Ariadna?

Ariadna: Soy yo, Teseo. El tiempo aún no ha borrado este cuerpo que me hizo.

[Y Teseo y Ariadna hablaron largos años, día tras día, noche y noche, mientras se iban borrando de su cuerpo los rasgos monstruosos del Minotauro.]

Un día, Teseo le dijo: ¿Cuándo vamos a salir?

Y le contestó Ariadna: No podremos salir: he perdido el hielo contigo en estos años.

Teseo: Tengo que salir. Hazañas pendientes me esperan.

Ariadna: ¿Qué mayor hazaña que la que aquí nos espera?


[Ariadna y Teseo se quedan recorriendo separados eternamente el laberinto.]

Nadie cuenta lo que sigue. Pero algunos textos sagrados dicen que en las noches de Creta se oyen aún los pasos del Minotauro dando vueltas alrededor del laberinto.

Carlos del Puente

You Might Also Like

6 comments

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images