Baudrillard La seducción, el espejo de Medusa

sábado, julio 19, 2014



«Hay que desconfiar de la humildad de los espejos,
humildes sirvientes de las apariencias, no pueden
sino reflejar los objetos que están enfrente,
sin poder sustraerse, y todo el mundo se lo agradece
(salvo con la muerte, donde se les cubre por esta razón).
Son los perros de la apariencia.
Pero su fidelidad es capciosa y sólo esperan que
caigamos atrapados en su reflejo.
No olvide tan rápido su mirada oblicua:
le reconocen, y cuando por sorpresa le encuentran allí
donde usted no se esperaba, su turno ha llegado.
Así es la estrategia del seductor: se atribuye la humildad del espejo,
pero de un espejo maniobrero, como el escudo de Perseo, en el que
Medusa se queda estupefacta. La joven va a caer cautiva de ese
espejo, que la piensa y la analiza a sus espaldas.»

«Omisiones, denegaciones, recogimiento, rodeos, decepciones,
derivaciones — todo eso se encamina a provocar ese estado segundo,
secreto de una verdadera seducción. Mientras que la seducción vulgar
procede mediante la insistencia, ésta procede mediante la ausencia,
o más bien inventa algo así como un espacio curvo, donde los signos
son desviados de su trayectoria y devueltos a su origen, Este estado de
suspenso, ininteligible, es esencial, el momento de desconcierto...»

Baudrillard

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