El arte es una especie de mercancía, preparada, registrada, asimilada a la producción industrial
miércoles, julio 30, 2014
«Simplificando demasiado diríamos que a la muerte de un Dios, que proveía de sentido la identidad narrativa, centrándose en él, le seguía la muerte del autor de las obras de arte, en su poeticidad imaginativa, desvaneciéndose acorde con las necesidades del mercado. La narrativa sería ahora un valor de uso y consumo literario. La competencia literaria se convertiría en competencia en el mercado. La polisemia de la interpretación sería dictaminada por expertos y censores. La historicidad de las narraciones dependería de los gustos diseñados por las estrategias del marketing del mundo de los negocios, que define, además, la propia inteligibilidad y las condiciones de sentido de las obras artísticas y literarias. En definitiva, el objeto artístico predispone la subjetividad del propio autor, pues su éxito dependerá de los cánones establecidos de recepción. En síntesis: la forma del texto está predeterminada por la forma de circulación de los productos culturales.
Todos estos desafíos cruciales subyacen – y no se contraponen - a la crítica de la industria cultural que Horkheimer y Adorno tempranamente entrevieron. Por ello la industria cultural se concibe como realidad y metáfora de la reproducción económica: si el sector industrial de la economía se reproduce constantemente de acuerdo con el ciclo de inversión y consumo, así mismo el capitalismo crea una industria en el sistema de la cultura, que se produce y reproduce de manera similar a como lo hace la economía, es decir, atendiendo las necesidades de los consumidores. Como, además, el consumo es masivo en las sociedades altamente industrializadas, hasta el punto de constituir una sociedad de consumo, el paradigma del consumo provee la metáfora de la cultura de masas, que se equipara a la industria cultural. “El arte es una especie de mercancía, preparada, registrada, asimilada a la producción industrial, adquirible y fungible... el negocio no sólo es su intención sino su mismo principio”6»
Jesús Ernesto Patiño Ávila
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