Los fugados del cielo. Viaje de vuelta a la Tierra.
sábado, mayo 09, 2015
Quisieron escaparse para volver a vivir. Siguiendo el rastro de sangre llegaron a la tierra plantada de sus recuerdos. Desde la parte inferior se les veía bajando vivos los fieles, entre otros avaros de vida, buscando sus casas y familias. Los más santos de la mano venían casi en éxtasis dormidos (que es largo el viaje casi infinito). Veían los campos de guerra y de siembra. La libertad veían; bastaba con mirar a la intemperie desde la vista de águila. Venían nuevecitos, sin polvo, relucientes como ángeles azules... a millares con sus vestidos de vela. Les palpitaba el pecho de alegría a los fugados del cielo. Sabían leer de las calles letreros porque casi no habían perdido el conocimiento. Contaban de memoria sus vidas en la Tierra y en el cielo. Los suyos por impostores los tomaban. Así pues, sorprendentemente, algunos les opusieron dura resistencia: a unos por malos, a otros porque los desposeían. Mientras que estas dudas y luchas se desarrollaban, los más soñadores contaban esta hazaña.
Otros no volvieron a sus casas pensando hacerse nueva vida. Otros no encontraban las palabras olvidadas en su intento de continuar fielmente su vida; pues les parecía muy importante continuar su discurso por el punto donde lo habían dejado. También hubo quien pretendía olvidar sus ideas y pensamientos; pues su larga estancia entre gente inteligente y santa, los había convertido en error y arrepentimiento. Algunos prefirieron olvidar aquel paso de viaje, por oscuro y limitado, donde no pasaba nada y casi mueren de aburrimiento. Bebieron y comieron en exceso pues volvían con el estómago y la tripa con infinito vacío. Pensando, mientras hablaban y comían, que es mejor olvidar con el estómago lleno. Sobra decir que recobraron placeres amores y fortuna que tenían en sus mentes cuando pensaban en sus vidas eternamente. Y ya pues se acaba aquí esta broma que horror a mí mismo me causa. Ustedes perdonen la confusión de mi mente pues yo mismo soy uno de ellos; y acabo de darme cuenta que estaba soñando en el cielo eternamente.
Carlos del Puente
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