El ataque epilectico de Smerdiakov fue la señal para la ejección del padre de los Karamazov, Fiodor Pavlovitch
lunes, abril 27, 2015
«-¿Cómo se lo podré impedir si me da el ataque?
Eso suponiendo que me atreva. ¡Es tan violento!
-¡Vete al diablo!
¿Cómo puedes saber con tanta seguridad que mañana te va a dar un ataque?
Te estás burlando de mí.
-Nunca me atrevería. Además, el momento no se presta a las burlas.
Presiento que sufriré un ataque y que el miedo lo provocará.»
«Iván Fiodorovitch frunció las cejas.
-Comprendo tus intenciones -exclamó-. Todo se arreglará a medida de tus deseos: tú habrás sufrido un ataque y ellos estarán dormidos.
Todo eso es un plan que te has forjado.»
«Si Agrafena Alejandrovna se casa con su padre, Iván Fiodorovitch, lo hará para ponerlo todo a su nombre, y en este caso,
ni usted ni sus hermanos heredarán un solo rublo.
En cambio, si su padre muriese ahora, recibirían ustedes cuarenta mil rublos cada uno, sin excluir a Dmitri Fiodorovitch, a quien él tanto detesta, pues todavía no ha hecho testamento...
Dmitri Fiodorovitch está al corriente de todo esto.
Las facciones de Iván se crisparon; su rostro enrojeció.
-¿Por qué -preguntó agriamente- me has aconsejado que me fuera a Tchermachnia? ¿En qué estabas pensando? Después de mi marcha, podría suceder algo aquí... Se detuvo jadeante.
-Precisamente por eso -dijo pausadamente Smerdiakov, sin apartar la vista de Iván Fiodorovitch.
-¿Cómo precisamente por eso? -exclamó Iván Fiodorovitch, tratando de contenerse y con una expresión amenazadora en la mirada.
-He dicho eso porque deseo su bien -repuso Smerdiakov con desenfado-. Si yo estuviera en su lugar, procuraría apartarme de este mal asunto.»
«Pero entonces se produjo un incidente enojoso que lo consternó. Smerdiakov, al bajar al sótano, resbaló en el primer escalón de la escalera. Marta Ignatievna, que estaba en el patio, no vio la caída, pero oyó el grito extraño del epiléptico presa de un ataque: conocía bien este grito. Si el ataque le había acometido en el momento de poner el pie en la escalera y había sido la causa de que cayera rodando hasta abajo, o si había sido la caída y la conmoción consiguiente lo que había provocado el ataque, no era posible saberlo. Lo cierto es que lo encontraron en el sótano presa de horribles convulsiones y echando espuma por la boca. Al principio se creyó que estaba herido, que se había roto algún miembro; pero «el Señor lo había protegido», según dijo Marta Ignatievna. Estaba indemne.»
Dostoievski, Los hermanos Karamazov
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