Dostoievski: Pienso y siento independientemente de mi voluntad.
jueves, febrero 12, 2015
«Estoy tan lleno de vitalidad como un perro pastor —dice Versilov en un momento dado—.
Soy capaz de experimentar, sin ninguna distorsión,
dos sentimientos contradictorios al mismo tiempo y a la vez,
independientemente, desde luego, de mi voluntad.»
«No es sólo el individuo humano el que lleva consigo «el doble»; cada emoción humana lleva en germen su emoción contraria.
Todo amor contiene un elemento de odio,
el sufrimiento su elemento de placer,
y la humillación su elemento de orgullo.»
«La consistencia no es una virtud humana corriente, en el caso de que se admita que es una virtud; pero pocos caracteres humanos han sido
tan inconsecuentes e incoherentes, tan mal coordinados como el de Dostoievski.
Una multitud de impulsos conflictivos desgarraban su alma,
y puesto que no podía reducirlos a una unidad era conveniente, y hasta cierto punto tranquilizador, imaginárselos como una dualidad. Las primeras manifestaciones de este semiinconsciente dualismo están relacionadas con los trastornos nerviosos de los primeros años vividos en Petersburgo, cuando
sus nervios «estaban descontrolados», y era capaz de
proferir insultos contra aquellos a quienes más amaba.
«Mi corazón está lleno de palabras, pero no puedo pronunciarlas», dice Versilov hablando con el lenguaje de una de las primeras cartas de Dostoievski a su hermano; «parece como si estuviese dividido en dos».»
«Somos una mezcolanza, somos una amalgama de bien y de mal;
somos entusiastas de la ilustración y de Schiller, y al mismo tiempo armamos motines en las tabernas y tiramos de la barba de nuestros borrachos y bondadosos compañeros... Tenemos la naturaleza ancha, la naturaleza de los Karamazov que —ésta es mi opinión— es capaz de
adaptarse a todas las situaciones contradictorias posibles y de contemplar simultáneamente dos infinitos;
él infinito que se extiende por encima de nosotros, el infinito de sublimes ideales, y el infinito que yace debajo de nosotros,
el infinito de la más repulsiva y más baja degradación...
Somos amplios como la madre Rusia. Tenemos sitio para todo, nos reconciliamos con todo.»
«Siempre me he maravillado —escribe el protagonista— de esta capacidad que posee el hombre —y, al parecer, el hombre ruso par excellence— para
criar en su alma el ideal más sublime junto con las más mezquinas vilezas;
y ambas cosas absolutamente sinceras.
¿Es esto una peculiar amplitud del espíritu ruso, que puede conducirle muy lejos, o es simplemente depravación? He ahi la cuestión.»
«Para Dostoievski, la peculiar santidad del pueblo ruso no necesitaba argumentación alguna ni era una cuestión que hubiese que comprobar en los hechos.
Es un artículo de fe, que uno debe aceptar o rechazar.»
«En toda nuestra literatura —escribe el crítico Rozanov— no ha existido jamás un
escritor cuyos ideales estuviesen tan separados de la realidad
del momento.»
«... e incluso ahora, en las obras de crítica literaria, se hacen frecuentes referencias a
Dostoievski como el campeón de los «humillados y ofendidos».
En realidad, no tenía ninguna preocupación por ellos.
Su interés se centraba en la moral,
y en absoluto en las soluciones políticas o sociales.
El objeto de su culto era una abstracción...»
«ya que muy pocas de las ideas de Dostoievski surgían de la impresión causada por algo externo —,
sino como resultado de una teoría.»
«La última fórmula del credo ético-religioso-nacional de Dostoievski es la siguiente:
de un lado, egoísmo = Catolicismo = anticristo = Europa;
de otro lado, fraternidad = Ortodoxia = Cristo = Rusia.»
«Yo soy un hombre del siglo,
un hombre agnóstico y escéptico; lo he sido y lo seré hasta la tumba.
¡Cuántos sufrimientos me ha costado y me cuesta esta ansia de fe! Cuantos más argumentos tengo en contra de ella, más fuerte se arraiga en mi alma. Sin embargo, a veces Dios me concede momentos en los que estoy completamente tranquilo.
En estos momentos,
yo amo y me siento amado por los demás; en estos momentos mi alma alberga un símbolo de fe que convierte todas las cosas en santas para mí. Este símbolo es muy simple: consiste en creer que no hay nada más hermoso, más profundo, más amable, más razonable, más valiente, más perfecto que Cristo, y me digo a mí mismo con amor celoso, que no puede haber nadie más perfecto. Más aún, si alguien me demostrase que Cristo no tiene la verdad, y fuese realmente un hecho que la verdad no estuviese con Cristo, yo estaría con Cristo mejor que con la verdad.» (Dostoievski, Carta dirigida a madame Fonvisina)
«Antes de conceder valor de prueba a este texto, hemos de recordar que
la carta estaba dirigida a una mujer que Dostoievski sabía que era muy religiosa, y a la que le debía una profunda gratitud y afecto; por ello, es lógico que Dostoievski tendiese a exagerar, más que a disminuir, la fuerza de sus vagos impulsos religiosos.
Ni las cartas a su hermano ni las ya dictadas Memorias de la casa de la muerte hacen ninguna mención a su «ansia de fe»; y Wrangel recuerda específicamente que
Dostoievski en Semipalatinsk no iba casi nunca a la iglesia y manifestaba una profunda aversión hacia los curas.
Regresó a Petersburgo, hacia finales de 1859, con las mismas convicciones religiosas que tenía diez años antes: la aceptación del ideal ético del cristianismo y el rechazo de su forma dogmática.»
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