Angélica Liddell No son capaces de enfrentarse a lo bello sin aniquilarlo

viernes, enero 10, 2014




"ELSA:          Chloé tenía siete años y era preciosa. No había nacido criatura
más linda en decenios. No se tenía noticia de semejante hermosura. Las
madres me pedían los bucles de su deliciosa cabellera. Todas querían tocar
sus bucles. Todas. Hay bucles del pelo de mi hijita en todas las casas. La
invitaban a todas las fiestas, ganaba todos los concursos de belleza, ganaba
siempre. La retrataron miles de veces. Era preciosa, preciosa. Cualquiera que
se cruzara con ella empezaba a adorarla instantáneamente. Cuando sonreía,
dios mío, cuando sonreía... Nada era tan dulce como su sonrisa. ¡Nada! Pero
las niñas hermosas siempre llevan una manada de lobos a sus espaldas, seres
perversos surgidos de las entrañas de la tierra con el único objeto de destrozar
la pureza. No son capaces de enfrentarse a lo bello sin aniquilarlo. No se detienen
hasta no dar con la niña más preciosa del mundo, y entonces piensan que la
belleza es injusta, que la belleza engendra lascivia, y sólo desean destruirla.
Porque mi hijita era uno de esos seres encantadores que poseen la capacidad
de reducir a sus semejantes a la más absoluta de las fealdades. Nadie corre
más peligro que las niñas hermosas, nadie lleva más sombras tras la nuca.
Las niñas hermosas, allá donde van son acompañadas por el horror."



Angélica Liddell, El matrimonio Palavrakis

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