Es el horror del hijo ante la madre. Innumerables dioses han llegado a ser hombres
sábado, enero 11, 2014
"Sermo III
Los muertos avanzaron como niebla a través de los pantanos y gritaron:
Habíanos más sobre el supremo Dios.
Abraxas es el Dios difícilmente reconocible. Su poder es el supremo,
pues el Hombre no lo ve. Del Sol ve el summum bonum, del Diablo el
infimum malum, de Abraxas, sin embargo, la VIDA indeterminada en
todos los aspectos que es la madre del bien y del mal.
La Vida parece ser más pequeña y más débil que el summum bonum,
razón por la cual resulta difícil pensar que Abraxas supere en poder
incluso al Sol, que es, sin embargo, la fuente iluminante de toda fuerza
de vida misma.
Abraxas es el Sol y a la vez el abismo eternamente arrollador del Vacío,
del empequeñecedor y disgregador, del Diablo.
El poder de Abraxas es ambivalente. Vosotros no lo veis, pues en vuestros
ojos lo opuestamente orientado de este poder deja de ser.
Lo que Dios Sol dice es vida. Lo que dice el Diablo es muerte."
Abraxas produce verdad y mentira, bien y mal, luz y tinieblas en la
misma palabra y en el mismo acto. Por ello es Abraxas temible.
Sí, es el gran Pan mismo y el pequeño. Es Príapo.
Es el Hermafrodita del principio más inferior.
Es el Lleno que se une con el Vacío.
Es la cópula sagrada,
es el amor y su homicidio,
es el santo y su traidor.
Es la más clara luz del día y la más profunda noche del absurdo.
Verle significa ceguera.
rezarle significa muerte, ...
Dios vive detrás del sol, el Diablo vive detrás de la noche.
Todo cuanto solicitáis de Dios Sol, produce un acto del Diablo.
Todo cuanto creáis con Dios da al Diablo poder de actuación.
Esto es el terrible Abraxas.
Es el horror del hijo ante la madre.
Sin embargo, hay muchos bienes elevados y muchos males graves,
y bajo ello hay dos dios-diablo: uno es lo ARDIENTE y el otro lo CRECIENTE.
Cada estrella es un dios y cada espacio que llena una estrella es un diablo.
Pero el lleno-vacío del todo es el Pleroma.
La acción de todo es Abraxas, sólo lo irreal se contrapone a él.
Cuatro es el número de los dioses principales,
pues cuatro es el número de las medidas del mundo.
Uno es el principio, el Dios Sol.
Dios es el Eros, pues unifica a dos y se extiende iluminante.
Tres es el Árbol de la vida pues llena el espacio con cuerpos.
Cuatro es el Diablo, pues abre todo lo cerrado; disuelve todo
lo configurado y corporal; es el destructor en el que todo deviene nada.
La pluralidad de dioses corresponde a la pluralidad de hombres.
Innumerables dioses aguardan devenir hombres.
Innumerables dioses han llegado a ser hombres.
El Hombre participa de la esencia de los dioses, proviene de los dioses y va a Dios.
Del mismo modo que no resulta posible meditar sobre el Pleroma, tampoco es
posible adorar a la multiplicidad de los dioses. Siquiera es posible adorar al
primer Dios, la Plenitud activa y el summum bonum. Nosotros no podemos
hacer nada para ello ni tomar nada de ello, pues
el vacío activo lo traga todo en sí.
Los dioses diáfanos forman el mundo del cielo, éste es plurifacético y se extiende
y amplía infinitamente.
Su señor supremo es el Dios Sol.
Los dioses oscuros forman el mundo de la tierra.
Son simples y se empequeñecen y disminuyen infinitamente.
Su señor supremo es el Diablo, el espíritu de la luna, el satélite de la tierra,
más pequeño y más frío que la tierra.
No existe diferencia alguna entre el poder de los dioses
del cielo y de la tierra. Los del cielo engrandecen, los de la tierra
empequeñecen."
Jung VII SERMONES AD MORTUOS
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