El azotador Kafka azotó a Franz con el látigo de la Ama de las Pieles bajo cuyos golpes era él, el esclavo, el Amo, la Dama y el Padre
viernes, marzo 21, 2014
"–Ya no espero más –dijo el azotador, tomó el látigo con ambas manos y
azotó a Franz,
mientras Willem rumiaba en una esquina y miraba a hurtadillas, sin atreverse a girar la cabeza.
Entonces se elevó un grito procedente de Franz,
ininterrumpido e intenso; no parecía humano, más bien parecía
generado por un instrumento de tortura,
resonó por todo el pasillo, se tuvo que escuchar en todo el edificio.
–¡No grites! –exclamó K.
No se pudo contener y mientras miraba tenso en la dirección en la que deberían venir los empleados, empujó a Franz, no muy fuerte pero lo suficiente como
para que cayera al suelo y allí se arrastrara, convulso,
con ayuda de las manos. Pero ni aun así pudo evitar los azotes, el látigo supo encontrarle también en el suelo;
mientras él se agitaba bajo los golpes,
la punta del látigo bajaba y subía con perfecta regularidad.
Y entonces apareció en la lejanía uno de los empleados, y dos pasos detrás, el segundo. K salió y cerró la puerta a toda prisa, se acercó a una pequeña ventana que daba al patio y la abrió. El vigilante dejó de gritar. Para no dejar que los empleados se acercaran, gritó:
–¡Soy yo!"
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"La conclusión consiste en que el sadismo del anciano
es más capaz de excitar a su hijo
que la disposición complaciente de la joven."
Ronald Hayman, Kafka Biografía
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