El Proceso de escritura de Kafka
lunes, marzo 17, 2014
"Kafka sentía una necesidad imperiosa de escribir sobre su vida personal más íntima, pero era a la vez un hombre afecto al secretismo como pocos e incapaz de exponer su corazón al desnudo ante la mirada curiosa de los lectores.
La manera como resolvió el dilema honra su genialidad: utilizó, cual cazador furtivo, Crimen y castigo para que fueran los ocultos personajes de Dostoievski los que contaran su biografía íntima, y dejó a sus propios personajes la tarea de representar una obra magnifica, cautivante y misteriosa, que no impidiera a los lectores más agudos sentir la historia latente, ya que
Kafka amaba más el juego que el secreto.
Para Kafka era muy fácil ocultar herméticamente la historia íntima que encierra la novela; hubiera bastado con no utilizar de manera literal el texto de Crimen y castigo para que las huellas de Dostoievski desaparecieran, y con ellas la conexión entre la ficción y la realidad. Pero Kafka hizo lo contrario, y
por eso esta literatura críptica ofrece generosa las claves para descifrarla.
Al fin y al cabo, la historia secreta exigía para su disfrute —pleno y póstumo—, que los lectores reconocieran a las víctimas, al verdugo y los hechos que entrecruzaron sus vidas."
"El capítulo primero de El proceso consta de cuatro partes:
la ‘detención’, en la que los guardianes Franz y Willem le informan a K. que está detenido y lo retienen en su habitación;
el ‘interrogatorio’, en el que se narra la entrevista de K. y el inspector en el cuarto de la señorita Bürstner;
la escena del vestíbulo, en la que K. observa con ironía a la robusta patrona;
y la secuencia de la calle, donde K. y los tres empleados del banco toman un vehículo en dirección al trabajo, bajo la mirada atenta del hombre de la perilla roja.
La primera y la cuarta parte son literarias en la medida en que Kafka recrea en ellas pasajes de la novela de Dostoievski;
la tercera tiene como base un apunte del diario en el que narra una de sus peores fantasías con Felice;
y la segunda, de todas la más compleja, tiene tanto de biográfico como de literario, y en ella Kafka dramatiza el tribunal en el hotel Askanischer Hof, por lo que la podemos considerar el núcleo del capítulo y una de las más importantes de la novela."
"...vaya usted a saber por qué, Kafka se despachó a gusto con las señoritas, a las que maltrató de pensamiento, palabra y obra.
No hay que ir muy lejos para ver cómo maltrató Kafka a Felice; basta con examinar el nombre con el que ella aparece en la novela:
“Fräulein Bürstner”, que en buen romance significa la “señorita cepilladora” o folladora"
"Esta escena en el tribunal —parodia de la cena fúnebre— en la que K. afirma que con la farsa de la detención —parodia del tribunal en el hotel— lo único que se buscaba era “perjudicar su reputación pública”,
es el centro de gravedad de la obra porque ahí coinciden las dos historias que le dieron origen a la novela, la literaria —el tribunal de la pensión— y la biográfica —el tribunal en el hotel—.
De esta manera, Kafka da otra vuelta de tuerca a la novela, que se enrolla y refleja sobre sí misma, logrando que las escenas se superpongan a la manera de una cinta de Möebius de muchas caras y una sola superficie, haciendo de El proceso una obra particularmente densa, laberíntica y recurrente."
"..esto, por otro lado, explica en parte el curioso hecho que
en toda la novela no haya un solo diálogo de mujeres,
como si estas se turnaran para entrar en escena
o, mejor,
como si todos los papeles femeninos fueran interpretados por la misma mujer."
"Frau Grubach la casera de Josef K. en el subsuelo dostoievskiano es Praskovia Pavlovna la casera de Raskolnikov, parentesco que parece señalar a Frau Grubach como la persona de la que partió la primera acusación contra Josef K.
La historia empieza cuando Raskolnikov llegó de la provincia a San Petersburgo a estudiar Derecho en la universidad y se hospedó en la casa de Praskovia, enamorándose de su hija Natalia, con la que se prometió en matrimonio, pasando así a formar parte de la familia, sin preocuparse más de la alimentación ni de la vivienda. Pero la joven murió de tifus y Raskolnikov no se dio por enterado, ignorando el dicho que dice “muerto el ahijado, acabado el compadrazgo”. Praskovia empezó por retirarle el servicio de alimentación, pero el inquilino ni se iba ni le pagaba, y
entonces lo denunció ante las autoridades
protestando un pagaré que Raskolnikov le había firmado, ante la promesa de que nunca se haría efectivo.
El negocio no tenía mucha importancia, pero, por desgracia para los transgresores, el diablo sabe bien cómo hace sus cosas, y Raskolnikov recibió la citación de la comisaría justo la mañana posterior a la noche del crimen."
"Esta Felice era como Kafka imaginaba a su futura esposa…,
y Leopold S. es Leopold von Sacher-Masoch, alias Gregor Samsa,
como se verá tras un rodeo, que si bien no es necesario no es tampoco inútil porque ayuda a profundizar en la relación de esta encantadora pareja, y da luces sobre el universo estético de Kafka."
"Como leí alguna vez, hay hechos cuya importancia puede medirse por lo mucho que se dice de ellos, y otros por el silencio absoluto que los rodea,
como es el caso del influjo que ejerció la vida y obra de Leopold von Sacher-Masoch sobre la vida y obra de Kafka,
que todos los biógrafos parecen ignorar y que ninguno menciona,
siendo que estuvieron tan cerca geográfica, estética y espiritualmente. Pero los hechos son los hechos, y
no existe ningún escritor tan cercano a Kafka como Sacher-Masoch,
un escritor de dudosa reputación por sus apetencias sexuales, pero que encarnó como ninguno otro la identificación más profunda posible entre un autor y su propia obra, hasta el punto de convertirse en un personaje de ficción fruto de su propia fantasía para vivir con intensidad su obra, una propuesta de vivir en la literatura en la que desaparecen los límites de ficción y realidad, que Kafka hizo suya al heredarla de su maestro."
Por más que leamos y releamos el texto, este personaje no revela su secreto pues aquí nos encontramos exactamente con el mismo problema del enigma de los manuscritos, cuya solución no estaba en la obra misma, sino en Crimen y castigo, que es el texto que permite identificar los símbolos y su significado, sin el cual, la campanilla, por ejemplo, sólo es un objeto que le sirve a Josef K. para pedir el desayuno y nada más, pero que, a la luz de Crimen y castigo, es un símbolo fuerte y polivalente que significa crimen, culpa y confesión.
De ahí nace “la leyenda de la campanilla”, que el abogado le explica a K., según la cual,
para iniciar un proceso debe sonar una campanilla,
que es precisamente lo que hace K. para que de inmediato lleguen los guardianes encargados de su detención:
la justicia ha sido atraída por la culpa. Pero, para que la campanilla funcione como símbolo, se necesita también la presencia de la anciana, la víctima, pues sin ella no se evocaría con precisión la escena del crimen de Raskolnikov, y el símbolo perdería todo su valor. Así las cosas,
la novela es una alegoría en la que el texto de Dostoievski sirve de código para narrar una historia en la que se comete un crimen, no necesariamente un asesinato, contra una mujer, que la anciana representa y que, como ya se dijo, no es otra que Felice."
"La forma como Kafka confesó el crimen de K., que es su propio crimen, es una de las construcciones más ingeniosas de la novela, y de una belleza plástica extraordinaria como corresponde al sueño de Raskolnikov que Kafka usó en esta parte de la novela, sueño que lo maravilló desde su juventud y que incluyó en Descripción de una Lucha, del que provienen algunas de sus ideas más brillantes que le permitieron dar inicio a la literatura fantástica del siglo XX."
"La primera y más importante, porque de ella se derivan las demás, es que
la habitación de la señorita Bürstner es el lugar del crimen.
De eso no hay duda posible: la descripción de Kafka coincide con la que hace Dostoievski de la habitación de Alena, donde todo estaba en su sitio, excepto por lo que sabemos.
Eso quiere decir, que tras la blusa blanca se ocultaba Felice;
ella estaba presente —o, mejor, representada— en el interrogatorio a Josef K., que fue como Kafka parodió en la novela el tribunal en el hotel, parodia burlesca que, en una primera aproximación, podemos considerar el crimen de K.
La prueba es doble porque el interrogatorio-tribunal ocupa el lugar del crimen, es lo que sucede en esa habitación, y eso mismo —el interrogatorio— es lo que K. confiesa a la señorita Bürstner cuando ese día del tribunal regresa en la noche al lugar del crimen, sin sospechar que tras la puerta de la habitación contigua el capitán Lanz escucha sus palabras, como escuchó Svidrigailov tras la puerta de la habitación contigua la confesión que de su crimen hizo Raskolnikov a Sonia en su habitación la tarde del tribunal en la pensión."
"Pero si el crimen de K. es el tribunal de la pensión,
eso quiere decir que el crimen,
el verdadero crimen es el tribunal en el hotel
que dicho tribunal representa, y podemos concluir que
El proceso es en ese sentido una confesión, la confesión de Kafka de que su relación con Felice fue una historia de engaños y mentiras, crimen del que Kafka nunca se arrepintió,
por razones “estéticas”, como veremos en el próximo —y ¡último!— capítulo. Por el momento, demos gracias a Dios por permitir que Kafka —así creyera que Dios no quería—
se hiciera escritor,
pues, como se sabe, hay una línea más delgada que la que separa el éxito del fracaso,
y es la que existe entre el arte y el crimen,
y con ese miedo terrible al matrimonio que degeneró en misoginia y esas
fantasías de ser el asesino del hacha,
Kafka bien pudo habernos legado, en vez del misterioso proceso,
enigmas como “Franz el destripador” o “el estrangulador de Praga”.
¡Alejado sea el maligno!"
GUILLERMO SÁNCHEZ TRUJILLO
EL ENIGMA DE LOS MANUSCRITOS
DESCIFRAMIENTO DE EL PROCESO DE FRANZ KAFKA
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