Kafka "El “yo” no es unidad sino todo lo contrario, fragmentación"

lunes, marzo 17, 2014





"Kafka se siente el mismísimo espectro, no el que busca el mundo real, sino

el que se busca a sí mismo, irreal."


"Desearía poseer una mano poderosa, sin otro fin que el de sacudir como es debido esa incoherente construcción que es mi yo."


"Nada veía más allá que su devenir literario, su obsesión creativa no era un estímulo canalizador frente a su inadaptabilidad, sino un compresor existencial,

una condición de necesidad para sentirse real y concreto.

La literatura para Kafka era más que un ejercicio estético,

era su única posibilidad de existencia:

La totalidad de mi ser se orienta hacia el hecho literario, hasta cumplir 30 años he venido manteniendo rigurosamente dicha orientación; si la abandonara dejaría de vivir, le decía Kafka al padre de su tristemente célebre prometida Felice. La literatura no era una afición, no era una afinidad, y eso lo dejaba muy claro cada vez que se le insinuaba algo al respecto, no había cosa que lo enfureciera más como la ligereza de apreciación en su labor creativa. Esto le dice a su “anti-musa” Felice Bauer:

"Nada de una inclinación por la literatura, fíjate lo que te digo, queridísima Felice, nada de inclinación, sino absolutamente yo mismo. Una inclinación es cosa que puede ser extirpada o suprimida. Pero es que yo consisto en escribir. (...) Yo no tengo interés alguno por la literatura, lo que ocurre es que consisto en literatura, no soy ninguna otra cosa ni puedo serlo."

Es allí donde encontramos el profundo sentido del

“yo” kafkiano, en su formalidad, en su “literariedad”.

Kafka no veía más allá de aquello que lo representaba, no encontraba esencia básica, Kafka se veía a sí mismo como balbuceo, boceto, esquema,

figura o personaje, pero no como concreción real.

En una carta a su hermana Ottla, Kafka hace una reflexión pasmosa sobre el vacío comunicativo, que trasciende el espacio lingüístico para convertirse en una herida ontológica que desangra casi completamente el núcleo de la individuación:

"Escribo diferente de lo que hablo,

hablo diferente de lo que pienso,

pienso diferente de lo que debería pensar

y así sucesivamente hasta la más profunda oscuridad"

El “yo” es inexpresable en Kafka,

se esconde como se esconde Dios, como se esconde el Ser, se esconde tras una maraña burocrática de laberintos infinitos que nunca llegan a expresarse nítidamente y sólo aparecen como balbuceos infantiles, en el mejor de los casos, o como graznidos monstruosos en el peor."

"Este “yo” ya no podrá ser moderno nunca más: no es la conjunción de cualidades que interaccionan, no es conciencia."

El “yo” no es unidad sino todo lo contrario, fragmentación..."

"Sin esencia,

entonces, el “yo” kafkiano sólo es forma, exterioridad,

pero nunca consciencia ni fundamentación originaria en el entendimiento del mundo."

"Este tipo de destrucción de sí desde la descripción tiene como objetivo

la desintegración y/o el empequeñecimiento hasta la desaparición,

como lo propone agudamente E. Canetti en su libro “El otro proceso de Kafka”. Kafka no sigue el proyecto moderno de la construcción del yo, sino que se destruye desde la auto-consiencia con el objetivo de la desaparición. Esta destrucción paulatina y continuada

hace de él un personaje más de su obra, es como si quisiera reencarnar en el papel

 y quedarse allí para siempre, ser reconocido en letras y no más, poder vivir, entonces, alejado de todo y de todos, que Franz Kafka sea

 un nombre puesto sobre un comportamiento descrito literariamente,

que ese nombre sea una posibilidad de sí mismo, pero no él mismo..."


JUAN DIEGO PARRA VALENCIA

FRANZ KAFKA Y EL DRAMA DE LA IDENTIDAD  

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