Sacher-Masoch dormía bajo las hojas del laberinto al estilo del topo de Kafka

viernes, marzo 07, 2014

"El mal es el cielo estrellado del bien." (Kafka)


"Como leí alguna vez, hay hechos cuya importancia puede medirse por lo mucho que se dice de ellos, y otros por el silencio absoluto que los rodea,

como es el caso del influjo que ejerció la vida y obra de Leopold von Sacher-Masoch sobre la vida y obra de Kafka,

que todos los biógrafos parecen ignorar y que ninguno menciona,

siendo que estuvieron tan cerca geográfica, estética y espiritualmente. Pero los hechos son los hechos, y

no existe ningún escritor tan cercano a Kafka como Sacher-Masoch,

un escritor de dudosa reputación por sus apetencias sexuales, pero que encarnó como ninguno otro la identificación más profunda posible entre un autor y su propia obra, hasta el punto de convertirse en un personaje de ficción fruto de su propia fantasía para vivir con intensidad su obra, una propuesta de vivir en la literatura en la que desaparecen los límites de ficción y realidad, que Kafka hizo suya al heredarla de su maestro."                  

"Una semana después, le envía la carta al padre de Felice para decirle cosas que considera “un absoluto deber” decirle y donde le pide que tenga en cuenta “solamente este importantísimo punto: la totalidad de mi ser se orienta hacia el hecho literario, hasta cumplir los 30 años he venido manteniendo rigurosamente dicha orientación; si la abandonara dejaría de vivir. Todo cuanto soy y no soy se deriva de este hecho.

Soy taciturno, insociable, hosco, egoísta, hipocondríaco y auténticamente enfermizo. En el fondo no lamento nada de esto, es el reflejo terrenal de una necesidad superior”.

Además, dice carecer por completo “del sentido de la convivencia familiar”, lo que apenas si le permite intercambiar palabras de saludo con sus padres y le impide hablar en absoluto con sus hermanas casadas y sus cuñados, “sin por eso estar enfadado con ellos”."

"Primero, hace un esbozo en el Diario, en el que aclara de forma precisa y breve:

“Mi empleo me resulta insoportable porque contradice mi único anhelo y mi única vocación, que es la literatura. Dado que no soy nada más que literatura y no puedo ni quiero ser nada más que eso,

mi empleo no podrá atraerme nunca, aunque si puede destrozarme completamente”.

Explica por qué no puede vivir de sus trabajos literarios, y se describe como un

hombre encerrado en sí mismo, taciturno, insatisfecho y nada sociable,

hasta el punto que no es capaz de comunicarse ni con sus familiares más cercanos por la sencilla razón que no tiene “la menor cosa que decirles”.

“Todo lo que no es literatura me aburre y lo odio,

pues me molesta o estorba, aunque sólo sea en mi imaginación.

De ahí que carezca de todo sentido de la vida familiar,

como no sea el de la observación.

Sensación de parentesco no tengo ninguna,

y cualquier visita me parece un castigo dirigido expresamente contra mí. Un matrimonio no podría cambiarme, de igual forma que mi empleo no puede cambiarme."


“yo no tengo interés alguno por la literatura, lo que ocurre es que consisto en literatura, no soy ninguna otra cosa ni puedo serlo”

"Esta primera entrada relacionada con El proceso se inicia con un apunte sobre Dostoievski, quien aparece en las páginas de los Diarios por primera vez y en las que seguirá apareciendo con frecuencia hasta que Kafka abandona la novela, y nunca más vuelve a aparecer."

"Kafka comparaba a los vegetarianos con los cristianos primitivos para señalar la persecución y burla de que eran objeto, un símil muy interesante sobre todo porque el responsable directo de su vegetarianismo, y principal contradictor, fue su padre. Herman trató de educar a su hijo mediante una serie de mandatos intimidantes y arbitrarios que dieron casi siempre como resultado lo opuesto a lo buscado, a pesar de que disponía de recursos oratorios sumamente eficientes como el insulto, la amenaza, la ironía, la risa perversa y la autolamentación. Como el padre no respetaba las reglas que él mismo imponía, Kafka estaba convencido de que el mundo se dividía en tres partes, como escribió en su Carta al padre:

“en la primera vivía yo, el esclavo, bajo unas leyes creadas exclusivamente para mí y a las que, por añadidura, sin saber por qué, nunca podía obedecer del todo; luego, en un segundo mundo, a una distancia infinita del mío, vivías tú, ocupado en el gobierno, en dar órdenes y en enfurecerte cuando no eran cumplidas, y finalmente había un tercer mundo donde vivía el resto de la gente, felices y libres de órdenes y de obediencia”."

"Sin duda alguna, Kafka, tan aficionado a los anagramas y a los juegos de palabras como el que más, no dejó de notar que el nombre de la campesina, Auguste, era similar a Gustave, el nombre de Flaubert, con quien Kafka se identificaba plenamente, no sólo en lo literario, sino también en lo personal."

"En La condena se pueden distinguir claramente dos niveles: un nivel literario, compuesto principalmente por Crimen y castigo y Los Bandidos —sincronizados como un mecanismo de relojería—, que dan la estructura y el argumento de la obra, que oscila como un péndulo entre Dostoievski y Schiller; y un nivel real, el elemento biográfico del relato, que aporta los personajes y le da sentido a la historia. Estos dos niveles están tan finamente entretejidos que al lector le resulta imposible diferenciarlos a partir del relato, si carece del referente literario.

La lectura de la obra de Kafka se hace especialmente difícil porque pasa de un nivel a otro a conveniencia y con mucho humor, para desconcierto del lector, que nunca sabe en qué nivel se encuentra, si en la ficción o en la realidad."

"La condena es una parodia de la carta que la madre le escribe a Raskolnikov anunciándole el compromiso matrimonial de su hermana Dunia y el próximo reencuentro de la familia con tal motivo en San Petersburgo, después de tres años de separación. Esto establece de entrada una estrecha relación entre La condena —donde se narra la historia del compromiso matrimonial— y El proceso donde se parodia el rompimiento de dicho compromiso. Así, pues, el sentido de La condena es claro: el irreconciliable antagonismo entre el matrimonio —Georg— y la literatura —Raskolnikov—, y prefigura muy bien lo que serán las relaciones de Kafka y Felice, sobre todo la imposibilidad de su matrimonio. Resulta extraordinario que la historia de Dunia y Lujine le sirva a Kafka de libreto para el novelón que fueron sus relaciones con Felice —como le sirvieron antaño en Zuckmantel—, algo que no deja de ser una monstruosidad, pues ella nunca llegó a sospechar que su relación con Kafka no era más que un juego."

GUILLERMO SÁNCHEZ TRUJILLO
EL ENIGMA DE LOS MANUSCRITOS
DESCIFRAMIENTO DE EL PROCESO DE FRANZ KAFKA

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