Dostoievski Iulia Mihailovna: «lo suponía comprometido con todo lo que resultara revolucionario»
sábado, marzo 28, 2015
«Pero volvamos a Iulia Mihailovna. La pobre señora (me da pena) habría podido conseguir cuanto la atraía y subyugaba (fama y todo lo demás) sin recurrir a arbitrios tan desorbitados e insólitos como los que resolvió emplear desde el primer instante. Pero quizá
por un exceso de romanticismo, o por los largos y tristes fracasos de su tierna juventud, se sintió la elegida, señalada por «una lengua de fuego» que sobre su cabeza posada no hizo otra cosa que signar las calamidades que fue realizando.
La pobre señora resultó de buenas a primeras juguete de las más contrarias influencias cuando se creía plenamente original.
Muchas gentes desaprensivas hicieron su agosto aprovechándose de su simplicidad
durante el breve plazo en que su marido fue gobernador. ¡Y en qué embrollo no se metería con la pretensión de ser independiente! Estaba a favor de los grandes latifundios, de la clase aristocrática, de la ampliación de los poderes gubernamentales, del elemento democrático, de las nuevas instituciones, del orden público, del librepensamiento, de las ideas sociales, de la rigurosa etiqueta de los salones aristocráticos y de la desenvoltura casi tabernaria de la gente moza que la rodeaba.
Soñaba con hacer el bien y conciliar lo inconciliable,
o, lo que es más probable,
con unir a todos y todo en la adoración de su propia persona.
Tenía favoritos: estimaba mucho a Piotr Stepanovich, que, vale acotar,
le dedicaba la más burda adulación. La estima de ella provenía a su vez de la creencia en que en algún momento él iba a revelarle una conspiración contra el gobierno. Es cierto aunque parezca inverosímil. Sin razón aparente, ella temía que en nuestra provincia se tramara una conspiración; y Piotr Stepanovich, con su mutismo, indirectas y equívocas respuestas, contribuía a empantanarla en ese temor. Ella, por otra parte,
lo suponía comprometido con todo lo que resultara revolucionario,
pero fiel a ella más allá de todo ideal, vencido por su adoración. Conspiraciones descubiertas, gratitud de Petersburgo, brillante futuro, el influjo de la «bondad» que impide que la juventud caiga en el abismo, todo esto formaba una nube gigantesca en su fantasiosa cabeza. Porque, veamos, ¿no había salvado y domesticado a Piotr Stepanovich (por alguna razón estaba absolutamente convencida de esto)? Así salvaría también a los demás.
No le quedaría ninguno sin salvar: uno por uno,
enviaría el informe necesario, actuaría según principios de la más alta justicia y, ¡quién sabe!, quizá la historia y el liberalismo ruso llegarían a bendecir su nombre. Todos los beneficios llegarían de un día para el
otro.»
Dostoievski, Los Demonios.
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