Dostoievski: ¿Y ahora cómo hago para reemplazar a este hermano que ha sido durante cuarenta años mi otro Yo?

domingo, marzo 15, 2015



" Haría mejor en quedarse en Siberia "



«Cuando pierde, con unos meses de intervalo, a su primera mujer y a su hermano Mijail, escribe:

"He aquí que de un golpe me he encontrado solo;
y he sentido miedo.

¡Esto ha llegado a ser terrible!
Mi vida partida en dos. De un lado el pasado con todo lo que yo había vivido; por otro lo desconocido, sin un solo corazón que reemplace los dos desaparecidos.

Literalmente, no me queda ya razón para vivir.

¿Crearse nuevos lazos, inventar una nueva vida?

Sólo el pensamiento éste me causa horror.

He sentido ahora, por primera vez,

que no tenía con qué reemplazarlos,

que yo no amaba  más que a ellos solos en el mundo,

y que un nuevo amor no solamente no existiría, sino que no debía existir".
Pero quince días después escribe: "De todas las reservas de fuerza y energía, en mi alma ha quedado algo confuso y vago,

algo vecino a la desesperación.

El desconcierto, la amargura, el estado más anormal para mí... Y además, ¡estoy solo!... Sin embargo, me parece siempre que me preparo a vivir. ¿Es ridículo, no es así? ¡La vitalidad del gato!"

Tiene cuarenta años, entonces; y antes de un año vuelve a casarse.

"Sueño contigo todas las noches — escribe de Siberia a su hermano — y me inquieto terriblemente. No quiero que te mueras; quiero verte y abrazarte aún una vez en mi vida, querido mío. Tranquilízame, por el amor de Dios, por el amor de Cristo. Lleva buena vida, deja todos tus asuntos y todas tus molestias y escríbeme en seguida, al instante,

pues de otra manera perderé la razón".

"Escríbame usted con detalles y pronto, haciéndome saber cómo ha encontrado a mi hermano (carta al barón Wrangel, de Semipalatinsk, del 23 de marzo de 1856). ¿Qué piensa él de mí? Antes me quería ardientemente. Lloraba al despedirse de mí. ¿No se ha enfriado
conmigo? ¿Su carácter ha cambiado? ¡Cuan triste me parecía esto!... ¿Ha olvidado todo el pasado? No podría creerlo. Pero también, añoro el tiempo pasado. No olvidaré nunca lo que le ha dicho a K..., al trasmitirle éste mi pedido de que se ocupara un poco de mí:

" Haría mejor en quedarse en Siberia "

Escribió esto, es verdad, pero no deseaba otra cosa que olvidar esta frase atroz; la tierna carta a Mijail de la que acabo de citar un pasaje, es posterior a ésta. Poco después escribía a Vrangel: "Diga usted a mi hermano que lo estrecho entre mis brazos, que le pido perdón por todas las molestias que le he causado; que me pongo de rodillas ante él".

Finalmente, escribe a su propio hermano, el 21 de agosto de 1855 (carta no traducida por Bienstock): "Querido amigo: Cuando en mi carta de octubre del año último te hacía escuchar las mismas quejas (a causa de tu silencio), me respondiste que te había sido muy penoso, muy duro, el leerlas. ¡Oh, Micha! Por el amor de Dios, no me quieras mal por eso; piensa que estoy solo y como un guijarro abandonado. Mi carácter ha sido siempre sombrío, enfermizo, susceptible. Piensa en todo esto y perdóname si mis quejas han sido injustas y mis suposiciones absurdas. Yo mismo estoy convencido de que me he equivocado".

Y finalmente, mucho tiempo después, en una carta de 1872, a S. D. Janovski esta extraordinaria confesión (donde las palabras en bastardilla están subrayadas por Dostoievski) :

"Me ama usted y se ocupa de mí, de mí,  enfermo mental

(pues lo reconozco en el presente) antes de mi viaje a Siberia, donde me he curado".

¿cómo explicar que permanezca siete u ocho meses sin escribir?...»

«Durante sus cuatro años de presidio, Dostoievski permaneció sin noticias de los suyos;

—el 22 de febrero de 1854, diez días antes de su libertad, escribía a su hermano la primera de las cartas de Siberia de que tenemos conocimiento, esa admirable carta, que deploro no encontrar en la colección de Bienstock: "Puedo conversar contigo más largamente, y más seguramente también, me parece. Pero, ante todo, déjame preguntarte, en nombre de Dios,

por qué no me has escrito aún una sola línea.

¡Nunca lo hubiera creído! ¡Cuántas veces en mi prisión, en mi soledad, he sentido una verdadera desesperación, pensando que quizá ya no existieras; y reflexionaba noches enteras en la suerte de tus hijos y maldecía al destino, que no me permitía ir en su ayuda!... ¿Es posible que se te haya prohibido escribirme? ¡Pero, eso no puede prohibirse! Todos los condenados políticos reciben aquí varias cartas por año... Creo, más bien, haber adivinado la verdadera causa de tu silencio: es tu natural apatía..."
7 Carta a Mijail, del 22 de febrero de 1854, no publicada par Bienstock.”

Gide, Dostoievski.

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