Dostoievski La novela de Andrei Antonovich.
sábado, marzo 28, 2015
«Lembke bajó severamente la vista.
—Gracias a usted, no he dormido en dos noches seguidas. Ayer me la han dado y me ha tenido sin dormir durante la noche, porque de día no tengo tiempo. Pues, señor…, no me ha parecido bien del todo; no es lo que a mí me gusta leer. Pero eso no tiene importancia, nunca he sido crítico. Ahora bien, no podía soltarla, amigo, a pesar de no gustarme. ¡Los capítulos cuarto y quinto son…, son… excelentes!
¡El humor que ha puesto aquí es formidable! ¡Cómo me he reído! ¡Qué bien sabe usted sacarles punta a las cosas sans que cela paraisse!
Bien. Los capítulos nueve y diez tienen que ver con el amor, cosa que no me interesa en absoluto pero son muy verídicos. Casi suelto las lágrimas con la carta de Igrenev, pues lo pinta usted de mano maestra… ¿Sabe usted?
Eso es de mucho sentimiento, pero al mismo tiempo trata usted de sacar a relucir el lado falso de la cosa,
¿no es cierto? ¿He acertado o no? Ahora bien, en cuanto a la conclusión estuve por darle a usted un trastazo. Veamos, ¿qué idea quiere usted desarrollar? Porque lo que hay ahí es la consabida glorificación de la felicidad doméstica, la multiplicación de los hijos y el dinero, y… fueron felices y comieron perdices…, ¡vamos, hombre! Cautivará usted a los lectores, porque incluso yo mismo no he podido soltar el libro de las manos, lo cual es peor todavía. El lector sigue tan tonto como antes, y
por eso convendría que la gente lista le diera una sacudida,
mientras que usted… Pero, en fin, basta. Adiós.»
Dostoievski, Los Demonios.
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