Derrida El esquizofrénico es hombre o mujer, pero precisamente es de los dos lados, hombres del lado de los hombres, mujer del lado de las mujeres
lunes, febrero 03, 2014"El esquizofrénico no es hombre y mujer.
Es hombre o mujer, pero precisamente es de los dos lados,
hombres del lado de los hombres, mujer del lado de las mujeres.
Aimable Jayet (Albert Désiré, matrícula 54161001) letaniza las series paralelas de lo masculino y lo femenino, y se coloca de una parte y de otra: «Mat Albert 5416 ricu-le sultan Roman vesin», «Mat Désiré 1001 ricu-la sultane romaine vesine».
El esquizofrénico está muerto o vivo y no las dos cosas a la vez,
pero uno u otro al término de una distancia que sobrevuela al deslizar.
Es hijo o padre y no uno y otro,
pero uno al final del otro como los dos puntos de un bastón en un espacio indescomponible.
Este es el sentido de las disyunciones en el que Beckett inscribe sus personajes y los acontecimientos que les suceden:
todo se divide, pero en sí mismo.
Incluso las distancias son positivas, al mismo tiempo que las disyunciones incluidas.
Desconoceríamos por completo este orden de pensamiento si actuásemos como si el esquizofrénico substituyese las disyunciones por vagas síntesis de identificación de contrarios, como el último de los filósofos hegelianos. No sustituye síntesis disyuntivas por síntesis de contrarios, sino que sustituye el uso exclusivo y limitativo de la síntesis disyuntiva por un uso afirmativo.
Está y permanece en la disyunción:
no suprime la disyunción al identificar los contrarios por profundización, por el contrario, la afirma al sobrevolar una distancia indivisible. No es simplemente bisexuado, ni intersexuado, sino trans-sexuado. Está trans-vivomuerto, es trans-padrehijo. No identifica dos contrarios, sino que afirma su distancia como lo que les relaciona en tanto que diferentes. No se cierra sobre los contrarios, sino que se abre, y, como un saco lleno de esporas, las suelta como singularidades que indebidamente encerraba, de las que pretendía excluir unas y retener otras, pero que ahora se convierten en puntos-signos, afirmados por su nueva distancia.
Inclusiva, la disyunción no se cierra sobre sus términos, al contrario, es ilimitativa.
«Entonces ya no era esta caja cerrada que debería haberme conservado tan bien; un tabique se había derribado», liberando un espacio en el que Molloy y Moran
ya no designan personas, sino singularidades
que acuden de todas partes, agentes de producción evanescentes. Es la disyunción libre; las posiciones diferenciales subsisten perfectamente, incluso adquieren un valor libre, pero
todas son ocupadas por un sujeto sin rostro y transposicional.
Schreber es hombre y mujer, padre e hijo, muerto y vivo; es decir, es en todo lugar donde hay una singularidad, en todas las series y en todas las ramas marcadas con un punto singular, ya que él mismo es esta distancia que le transforma en mujer, al final de la cual ya es madre de una nueva humanidad y por fin puede morir."
"Por esta razón, el Dios esquizofrénico tiene muy poco que ver con el Dios de la religión, aunque se ocupen del mismo silogismo. En Le Baphomet, Klossowski, al Dios como señor de las exclusiones y limitaciones de la realidad que se deriva de él oponía un anticristo,
príncipe de las modificaciones que, por el contrario, determina el paso de un sujeto por todos los predicados posibles.
Soy Dios no soy Dios, soy Dios soy Hombre: no se trata de una síntesis que en una realidad originaria del Hombre-Dios supere las disyunciones negativas de la realidad derivada, se trata de una disyunción inclusiva que realiza ella misma la síntesis derivando de un término a otro y siguiendo la distancia. No existe nada originario. Es como el célebre: «Es mediodía. La lluvia golpea las ventanas. No era mediodía. No llovía.»
Nijinsky escribía: «Soy Dios no era Dios soy el clown de Dios.» «Soy Apis, soy un egipcio, un indio piel roja, un negro, un nicho, un japonés, un extranjero, un desconocido, soy el pájaro del mar y el que sobrevuela la tierra firme, soy el árbol de Tolstoi con sus raíces.» «Soy el esposo y la esposa, amo a mi mujer, amo a mi marido..»"
"Tan sólo importa el uso que se hace de ello.
Nada de problema de sentido, sino tan sólo de uso.
Nada de originario ni de derivado, sino una derivación generalizada.
Podríamos decir que el esquizo libera una materia genealógica bruta, ilimitativa, en la que puede meterse, inscribirse, y orientarse en todos los ramales a la vez, en todos los lados. Derriba la genealogía edípica. Bajo las relaciones, progresivamente, realiza vuelos absolutos sobre distancias indivisibles. El genealogista-loco divide el cuerpo sin órganos en una red disyuntiva. También Dios, que no designa más que la energía de registro, puede ser el mayor enemigo en la inscripción paranoica, pero también el mayor amigo en la inscripción milagrosa. De cualquier manera,
la cuestión de un ser superior en la naturaleza y en el hombre no se plantea del todo.
Todo está sobre el cuerpo sin órganos, lo que está inscrito y la energía que inscribe. Sobre el cuerpo inengendrado las distancias indescomponibles son necesariamente sobrevoladas, al mismo tiempo que
los términos disjuntos son todos afirmados.
Soy la carta y la pluma y el papel (es de este modo que Nijinski llevaba su diario) — sí, he sido mi padre y he sido mi hijo."
"Comprendemos que las disyunciones exclusivas no son del todo las mismas que las inclusivas: Dios en ellas no tiene el mismo uso, ni las denominaciones parentales. Estas ya no designan estados intensivos por los que el sujeto pasa sobre el cuerpo sin órganos y en el inconsciente que permanece huérfano (sí, he sido...), pero designan personas globales que no preexisten a las prohibiciones que las fundamentan, y las diferencian entre sí y con relación al yo.
De tal modo que la transgresión de lo prohibido se convierte correlativamente en una confusión de personas, en una identificación del yo con las personas, en la pérdida de las reglas diferenciantes o de las funciones diferenciales."
Deleuze
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