Hymie, follar de follaje o hacer el amor

viernes, febrero 21, 2014


"Confusión es una palabra que hemos inventado para un orden que no se entiende."

" A pesar de todo, seguía quilando con su mujer: prolongadas copulaciones, como de serpientes, en que solía fumar un cigarrillo o dos antes de sacarla. Trataba de explicarme que el pus de los podridos ovarios la ponía cachonda. Siempre había sido un buen polvo, pero ahora lo era mejor que nunca. Una vez que le extirparan los ovarios, no se podía saber cómo reaccionaría. También ella parecía comprenderlo. Así que, ¡a follar se ha dicho! Todas las noches, después de lavar los platos, se desnudaban en su pisito, y se acostaban como una pareja de serpientes. En varias ocasiones intentó describirme la forma de follar de su mujer. Era como una ostra por dentro, con dientes suaves que lo mordisqueaban. A veces le parecía estar dentro mismo de su matriz, de blando y mullido que era, y aquellos suaves dientes que le mordían el canario y lo volvían loco. Solían yacer como unas tijeras y quedarse mirando el techo. Para no correrse, pensaba en la oficina, en las pequeñas preocupaciones que lo tenían en vilo y le hacían sentir el corazón en un puño. Entre uno y otro orgasmo se ponía a pensar en otra, para que, cuando empezase a magrearlo de nuevo, pudiera imaginarse que estaba echando un polvo con otra tía. Solía colocarse de modo que pudiera mirar por la ventana mientras soplaban. Se estaba habituando tanto a aquello, que podía desnudar a una mujer que pasase por el bulevar bajo su ventana y transportarla a la cama; no sólo eso, sino que, además, podía hacer que ocupara el lugar de su mujer, todo ello sin sacarla. A veces, jodía así durante dos horas sin correrse siquiera. Como él decía: ¿para qué desperdiciarlo ?"

"En cambio, Hymie era como un sapo. Parecía venir a la mesa directamente desde las ciénagas donde había pasado el día ensuciándose. Llevaba churretes de mugre en torno a los labios, como si fuera miel. De hecho, en su caso no podía llamarse mugre, pues no había otro ingrediente con que poder compararla. Todo era una sustancia fluida, viscosa, pegajosa, compuesta enteramente de sexo. Cuando miraba su comida, la veía como esperma en potencia; si el tiempo era cálido decía que era bueno para los huevos; si subía a un tranvía, sabía de antemano que su movimiento rítmico iba a estimularle el deseo, le iba a provocar una erección lenta y «personal», como él decía."

"Hasta el día que se la llevaron al hospital, fue una auténtica máquina de joder. La idea de no poder volver a follar la aterrorizaba hasta hacerle perder el juicio. Desde luego, Hymie le decía que, pasara lo que pasase, a él no le importaría. Pegado a ella como una serpiente, con un cigarrillo en la boca, viendo pasar a las chicas abajo, en el bulevar, le resultaba difícil imaginar que una mujer no pudiera volver a joder. Estaba seguro de que la operación sería un éxito. ¡Un éxito! Es decir, que jodería mejor que antes incluso. Solía decírselo, tumbado boca arriba mirando al techo. «Tú sabes que siempre te querré», le decía. «Muévete un poquito, ¿quieres?... eso, muy bien... así. ¿Qué estaba diciendo? Ah, sí... claro, ¿por qué? ¿Por qué razón habrías de preocuparte de cosas así? Por supuesto que te seré fiel. Oye, córrete un poquito... eso... así... así está bien.»"


Henry Miller

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