Noche de insomnio en el interior de una nuez
viernes, febrero 28, 2014
"Noche de insomnio. Es ya la tercera de la serie. Me duermo bien, pero una hora
después me despierto como si hubiese metido la cabeza en un agujero equivocado.
Estoy totalmente desvelado, tengo la sensación de no haber dormido nada o de
haberlo hecho sólo bajo una fina membrana; de nuevo veo ante mí el trabajo de
volver a dormirme y me siento rechazado por el sueño. Y desde este instante
hasta cerca de las cinco, transcurre toda la noche en un estado en el que
realmente duermo, pero a la vez me mantienen despierto unos sueños de
gran intensidad.
Duermo literalmente junto a mí, mientras yo mismo tengo que andar a golpes
con los sueños. Hacia las cinco, se ha consumido el último rastro de
somnolencia, y ya sólo sueño, lo que resulta más fatigoso que estar en vela.
En resumen, me paso toda la noche en el estado en que se encuentra una
persona sana unos breves instantes, antes de dormirse realmente. Cuando
me despierto, todos los sueños se han congregado en torno a mí, pero evito
pasarles revista en mi memoria.
Con las primeras luces, suspiro sobre la almohada porque, por esta noche,
se ha esfumado toda esperanza. Pienso en las noches a cuyo término era yo
sacado del sueño profundo, y despertaba como si hubiese permanecido
encerrado en el interior de una nuez."
"Una noche igual, sólo que aún me dormí con mayor dificultad. Al dormirme,
un dolor que se movía verticalmente en la cabeza sobre el arranque de la nariz,
como producido por una arruga de la frente demasiado apretada. A fin de tener
el mayor peso posible, cosa que considero buena para conciliar el sueño, había
cruzado los brazos y puesto las manos sobre los hombros, de modo que me
hallaba tendido como un soldado con su equipo.
Una vez más, la fuerza de mis sueños, que ya en vela irradian sobre el
momento de dormirme, fue lo que no me dejó dormir. Por la noche y por
la mañana, es imposible calibrar la conciencia de mis facultades poéticas.
Me siento vaciado hasta el fondo de mi ser y puedo sacar de mi interior
lo que quiera. Esta extracción de unas energías a las que luego uno no deja
actuar, me recuerda mi relación con B. También en este caso hay efusiones
que no son liberadas, sino que, en su retroceso, deben aniquilarse a sí mismas,
sólo que ahora —ésta es la diferencia— se trata de fuerzas más misteriosas y
de lo último que queda en mí."
Kafka
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