Paulina Bassompierre

domingo, febrero 23, 2014


"Paulina no se comportaba igual con todo el mundo.

Con su padre seguía siendo una niña traviesa, alegre y cariñosa.

Conmigo era muy seria, y tan femenina como sus pensamientos y emociones
se lo permitían.

Con la señora Bretton era dócil y confiada, pero no comunicativa.

Con Graham era tímida... ahora sumamente tímida;

en algunos momentos intentaba mostrarse fría y de vez en cuando trataba
de rehuirlo. Al oír sus pasos, se sobresaltaba; la llegada del joven la sumía
en el silencio; cuando él hablaba, sus respuestas eran algo forzadas; cuando
él se marchaba, se quedaba un poco confusa y disgustada.

Incluso a su padre le extrañó su conducta. —Mi pequeña Polly —le dijo en
una ocasión—, llevas una vida demasiado solitaria; si no superas esa timidez
antes de convertirte en una mujer, no estarás preparada para la sociedad.

Tratas al doctor Bretton como si fuera casi un desconocido, ¿por qué motivo?
¿No recuerdas que, cuando eras niña, estabas bastante encariñada con él?
—Bastante, papá —repitió ella en tono amable y sencillo, aunque un poco seco.
—Y ahora ¿no te gusta? ¿Se puede saber qué ha hecho? —Nada. S... sí, me gusta
un poco; pero nos hemos convertido en dos extraños. —Entonces bórralo todo:
los años transcurridos, la falta de confianza. Habla con naturalidad cuando él
esté aquí, y ¡no le tengas miedo! —Él no habla mucho. ¿Crees que me tiene
miedo, papá? —¡Oh, seguro! ¿Qué hombre no tendría miedo de una pequeña
dama tan silenciosa? —Entonces dile que no se preocupe por mi silencio.
Dile que es mi forma de ser, y que no pretendo resultar poco amistosa.
—¿Tu forma de ser, jovencita parlanchina? Lejos de ser tu forma de ser,
¡es sólo un capricho! —Está bien, papá; trataré de mejorar.

Y fue adorable la gracia con que, al día siguiente, intentó cumplir su palabra.
Vi cómo se esforzaba por conversar afablemente con el doctor John sobre
temas de interés general. El rostro de su huésped pareció iluminarse al ver
que le prestaba tanta atención; después de saludarla con cautela, respondió
a sus preguntas en voz muy baja, como si flotara en el aire una especie de
telaraña de felicidad que él temiese romper si respiraba con fuerza.

No hay duda de que en su tímido pero serio avance amistoso había un encanto
de lo más exquisito. Cuando el doctor se marchó, Paulina se acercó a la butaca
de su padre. —¿He cumplido mi palabra, papá? ¿Me he portado mejor?
—Mi Polly se ha portado como una reina."

Charlotte Brontë VILLETTE

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