Henry Miller Escribir. Escribir la Muerte

sábado, febrero 22, 2014


"En ese momento no estaba soñando siquiera con arraigar; estaba experimentando por primera vez en mi vida el significado de lo milagroso. Me sentí tan asombrado al oír mis propias piezas engranarse, que estaba dispuesto a morir allí y entonces por el privilegio de la experiencia."

"El hombre podría haber sido yo mismo, el antiguo yo que había estado caminando siempre dormido desde que nací."

"...estaba subiendo en el momento en que comprendí todo."

"Y fue para mantener el mundo vivo para lo que corrí a casa sin esperar a ver la función y me senté a describir el pequeño tramo de escaleras que es imperecedero."

"Nadie entendía aquello de lo que yo escribía ni por qué escribía de ese modo. Estaba tan lúcido, que decían que estaba chiflado. Estaba describiendo el Nuevo Mundo... demasiado pronto desgraciadamente, porque todavía no se había descubierto y no podía convencerse a nadie de que existiera. Era un mundo ovárico, todavía escondido en las trompas de Falopio. Naturalmente, nada estaba formulado claramente: sólo había visible la leve insinuación de una espina dorsal, y desde luego ni brazos ni piernas, ni pelo, ni uñas, ni dientes. En el sexo no había ni que soñar; era el mundo de Cronos y su progenie ovicular. Era el mundo de la pizca, en que cada pizca era indispensable, espantosamente lógica, y absolutamente imprevisible. No existía algo así como una cosa, porque faltaba el concepto de «cosa»."

"Todo lo que miraba era un palimpsesto y no había capa de escritura, por extraña que fuese, que yo no descifrara."

"Para escribir de forma inteligible para ellos me habría visto obligado en primer lugar a matar algo y, en segundo lugar, a detener el tiempo. Acababa de comprender que la vida es indestructible y

que no existe una cosa como el tiempo, sólo el presente.

¿Esperaban que negara una verdad que había tardado toda la vida en vislumbrar? Sin lugar a dudas eso era lo que esperaban. La única cosa que no querían oír era que la vida era indestructible."

"¿Cómo iba a ser posible, cuando me sentaba a mi escritorio prehistórico en el salón, usar aquel lenguaje cifrado de la violación y el asesinato? Estaba solo en ese gran hemisferio de violencia, pero no estaba en relación con la raza humana. Estaba solo en medio de un mundo de cosas iluminado por destellos fosforescentes de crueldad. Deliraba con una energía que no se podía liberar salvo al servicio de la muerte y la futilidad. No podía empezar con una declaración completa: habría significado la camisa de fuerza o la silla eléctrica. Era como un hombre que había estado encarcelado demasiado tiempo en una mazmorra: tenía que abrirme paso despacio, vacilante, para no caer y ser pisoteado. Tenía que acostumbrarme gradualmente a los inconvenientes de la libertad. Tenía que crecerme una nueva epidermis que me protegiera de aquella luz abrasadora del cielo."

"La actividad en sí misma no significa nada: con frecuencia es un signo de muerte."

"Los hombres están solos y no comunican entre sí porque todos los inventos hablan sólo de la muerte.

La muerte es el autómata que gobierna el mundo de la actividad.

La muerte es silenciosa, porque carece de boca. La muerte no ha expresado nunca nada.

"La muerte es maravillosa también... después de la vida. Sólo alguien como yo que haya abierto la boca y haya hablado, sólo alguien que haya dicho Sí, Sí, Sí, y otra vez ¡Sí!, puede abrir los brazos a la muerte sin sentir miedo. La muerte como recompensa, ¡sí! La muerte como resultado de la realización, ¡sí! La muerte como corona y escudo, ¡sí! Pero no la muerte desde las raíces, que aísla a los hombres, que los llena de amargura, temor y soledad, que les infunde una energía estéril, que los hinche de una voluntad que sólo puede decir ¡No! La primera palabra que cualquier hombre escribe cuando se ha encontrado a sí mismo, cuando ha encontrado su ritmo, que es el ritmo de la vida, es ¡Sí! Todo lo que escribe a continuación es Sí, Sí, Sí... Sí en mil millones de formas. Ninguna dinamo, por enorme que sea —ni siquiera una dinamo de cien millones de almas muertas—, puede combatir a un hombre que dice ¡Sí!"

"Ignoraba que el Manifiesto Dadá de 1918 contenía estas líneas:

"Escribo este manifiesto para mostrar que se pueden realizar al mismo tiempo acciones opuestas; estoy en contra de la acción; a favor de la contradicción continua, también de la afirmación, no estoy ni en contra ni a favor y no explico, porque odio el sentido común..."

"«...Por estar loco se entiende perder la razón. La razón, pero no la verdad, pues hay locos que dicen verdades, mientras que otros guardan silencio...»"


Henry Miller

You Might Also Like

0 comments

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images