Charlotte Brontë La mística
miércoles, febrero 05, 2014
"Esas luchas con mi carácter, con las fuertes inclinaciones de mi corazón,
pueden parecer infructuosas o triviales, pero al final resultan beneficiosas;
pues tienden a dar a las acciones, a la conducta, ese rumbo que la Razón
aprueba y al que el Sentimiento, quizá, se opone con demasiada frecuencia:
sin duda influyen en el tenor general de una vida, y permiten regularla mejor,
y volver más tranquila y estable su superficie; y es sólo en la superficie donde
se posa la mirada del común de los mortales.
En cuanto a lo que queda debajo, será mejor dejarlo en manos de Dios.
El hombre, tu igual, tan débil como tú, e indigno de juzgarle, no debe entrar
jamás allí: abre la puerta al Creador, muéstrale los secretos del espíritu que
Él te dio, pregúntale cómo sobrelleva las penas que Él te envía, arrodíllate
en Su presencia, y reza con fe para tener luz en la oscuridad, fuerza en la
debilidad y paciencia en la extrema necesidad. Ten la seguridad de que
llegará la hora, aunque quizá no sea tu hora, en que las aguas se agitarán;
y de alguna forma, aunque no sea la que tú soñabas, o la que tu corazón
quería y por la que sangraba, descenderá el heraldo de la salud.
Los tullidos, los ciegos, los mudos y los endemoniados serán bañados en
el agua. ¡Heraldo, apresúrate a venir! Cientos de ellos yacen alrededor de la
piscina, llorando de desesperación al ver sus aguas inmóviles durante tantos
años. Largos son los «tiempos» del Cielo: las órbitas de los mensajeros del
ángel parecen infinitas a los ojos mortales; pueden durar varios siglos, y el
ciclo de una de esas idas y vueltas puede prolongarse innumerables
generaciones; y el polvo, tras despertar a una breve existencia de dolor y
convertirse otra vez en polvo, puede entretanto desaparecer de la memoria,
y volver a hacerlo de nuevo. ¡A cuántos millones de lisiados e infelices el
primer y único ángel que los visitará es aquel que en Oriente llaman Azrael!"
Charlotte Brontë VILLETTE
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