Deleuze Proust La Recherche du temps perdu

miércoles, febrero 05, 2014



"La Recherche du temps perdu como gran empresa del esquizoanálisis: todos los planos están atravesados hasta su línea de fuga molecular, penetración esquizofrénica; así en el beso durante el cual el rostro de Albertine salta de un plano de consistencia a otro para deshacerse, por último, en una nebulosa de moléculas. El lector siempre corre el riesgo de detenerse en determinado plano y decir sí, aquí es donde Proust se explica. Sin embargo, el narrador-araña no cesa de deshacer telas y planos, de volver a iniciar el viaje, de espiar los signos o los índices que funcionan como máquinas y le permitirán ir más lejos. Este movimiento es el humor, el humor negro. El narrador no se instala en las tierras familiares y neuróticas de Edipo, allí donde se establecen las conexiones globales y personales, no permanece en ellas, las atraviesa, las profana, las perfora, incluso liquida a su abuela con una máquina de atar los zapatos. Las tierras perversas de la homosexualidad allí donde se establecen las disyunciones exclusivas de las mujeres con las mujeres, de los hombres con los hombres, estallan igualmente en función de los índices maquínicos que las minan. Las tierras psicóticas, con sus conjunciones sobre el propio terreno (¡Charlus está, pues, ciertamente loco, Albertine tal vez lo estaba!), están atravesadas a su vez hasta el punto en que el problema ya no se plantea, ya no se plantea de ese modo. El narrador continúa su propio asunto, hasta la patria desconocida, la tierra desconocida que, sola, crea su propia obra en marcha, la Recherche du temps perdu «in progress», funcionando como máquina deseante capaz de recoger y de tratar todos los índices. Se encamina hacia esas nuevas regiones donde las conexiones siempre son parciales y no personales, las conjunciones, nómadas y polívocas, las disyunciones inclusas, donde la homosexualidad y la heterosexualidad ya no pueden distinguirse: mundo de las comunicaciones transversales, donde el sexo no humano por fin conquistado se confunde con las flores, tierra nueva donde el deseo funciona según sus elementos y sus flujos moleculares. Tal viaje no implica necesariamente grandes movimientos en extensión, se hace inmóvil, en una habitación y sobre un cuerpo sin órganos, viaje intensivo que deshace todas las tierras en provecho de la que crea."

Deleuze

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