Deleuze El esquizofrénico y la producción de lo real
lunes, febrero 03, 2014
"Nunca se trata, sin embargo, de identificarse con determinados personajes,
como cuando equivocadamente se dice de un loco que «se creía que era...». Se trata de algo distinto: identificar las razas, las culturas y los dioses, con campos de intensidad sobre el cuerpo sin órganos, identificar los personajes con estados que llenan estos campos, con efectos que fulguran y atraviesan estos campos. De ahí el papel de los nombres, en su magia propia:
no hay un yo que se identifica con razas, pueblos, personas, sobre una escena de la representación,
sino nombres propios que identifican razas, pueblos y personas con umbrales, regiones o efectos en una producción de cantidades intensivas."
"El esquizo no tiene principios: no es algo más que siendo algo distinto.
No es Mahood más que siendo Worm y no es Worm más que siendo Tartempion. No es una muchacha más que siendo un viejo que imita o simula a la muchacha. O, más bien, siendo alguien que simula un viejo que está simulando una muchacha. O más bien simulando alguien..., etc. Ese ya era el arte oriental de los emperadores romanos, los doce paranoicos de Suetotonio. En un libro maravilloso de Jacques Besse encontramos el doble paseo del esquizo, el viaje exterior geográfico siguiendo distancias indescomponibles, el viaje histórico interior siguiendo intensidades envolventes: Cristóbal Colón no calma a su tripulación rebelada y no se convierte en almirante más que simulando un (falso) almirante que simula a una puta que baila.
Pero debemos entender la simulación del mismo modo como hace un momento entendíamos la identificación.
La simulación expresa estas distancias indescomponibles siempre envueltas en las intensidades que se dividen unas en otras cambiando de forma. Si la identificación es un nombramiento, una designación,
la simulación es la escritura que le corresponde, escritura extrañamente polívoca en el mismo real.
Lleva lo real fuera de su principio hasta el punto en que es efectivamente producido por la máquina deseante. Este punto en el que la copia deja de ser una copia para convertirse en lo Real y su artificio."
"... éste es el «histrionismo» del esquizofrénico, según la fórmula de Klossowski, el verdadero programa de un teatro de la crueldad,
la puesta en escena de una máquina de producir lo real.
En vez de haber perdido no se sabe qué contacto con la vida,
el esquizofrénico es el que está más cerca del corazón palpitante de la realidad,
en un punto intenso que se confunde con la producción de lo real, y que hace decir a Reich: «Lo que caracteriza a la esquizofrenia es la experiencia de este elemento vital, ....en lo que concierne a su sensación de la vida, el neurótico y el perverso son al esquizofrénico lo que el sórdido tendero al gran aventurero»."
"Richemont no se identifica con Luis XVII,
reclama la prima que corresponde al que pasa por todas las singularidades de la serie convergente alrededor de la máquina para raptar a Luis XVII. En el centro no hay un centro, como tampoco hay personas repartidas por el contorno. Nada más que una serie de singularidades en la red disyuntiva, o de estados intensivos en el tejido conjuntivo, y un sujeto transposicional en todo el círculo, pasando por todos los estados, triunfando sobre unos como sus enemigos, saboreando a los otros como sus aliados, amontonando en todas partes la prima fraudulenta de sus avatares. Objeto parcial: una cicatriz local, por otra parte incierta, es mejor prueba que todos los recuerdos de infancia de los que el pretendiente carece. Entonces la síntesis conjuntiva puede expresarse: ¡yo soy, pues, el rey! ¡es, pues, a mí a quien pertenece el reino!
Pero este yo tan sólo es el sujeto residual que recorre el círculo y acaba sus oscilaciones."
"En sus metamorfosis y cambios intensos, Schreber se convierte en alumno de los jesuitas, en burgomaestre de una ciudad en la que los alemanes luchan contra los eslavos, en muchacha que defiende la Alsacia contra los franceses; por último, traspasa el gradiente o el umbral ario para convertirse en príncipe mongol. ¿Qué significa este
Deleuze
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