El esquizo los separa, los despega, se los lleva en todos los sentidos para recobrar una nueva polivocidad que es el código del deseo

domingo, febrero 02, 2014



"Si allí existe una escritura, es una escritura en el mismo Real, extrañamente polívoca y nunca bi-unívoca, lineal, una escritura transcursiva y nunca discursiva: todo el campo de la «inorganización real» de las síntesis pasivas, en el que en vano se buscaría algo que se pudiese llamar el significante, y que no cesa de componer y descomponer las cadenas en signos que no poseen ninguna vocación para ser significantes. Producir el deseo, ésta es la única vocación del signo, en todos dos sentidos en que ello se maquina.

Estas cadenas son sin cesar el lugar de alejamiento en todas direcciones, en todas partes esquizias que se valen por sí mismas y que sobre todo no es preciso llenar. Esta es, por tanto, la segunda característica de la máquina: cortes-separación, que no se confunden con los cortes-extracción. Estos llevan a flujos continuos y remiten a los objetos parciales. Aquellos conciernen a las cadenas heterogéneas y proceden por segmentos separables, stocks móviles, como bloques o ladrillos volantes. Es preciso concebir cada ladrillo emitido a distancia y compuesto por elementos heterogéneos: no sólo encerrando una inscripción con signos de diferentes alfabetos, sino también con figuras y luego una o varias pajas, y tal vez un cadáver. La extracción o toma de flujo implica la separación de la cadena; y los objetos parciales de la producción suponen los stocks o los ladrillos de registro, en la coexistencia y la interacción de todas las síntesis. ¿Cómo podría haber extracción parcial en un flujo, sin separación fragmentaria en un código que llega a informar el flujo?

Si hace poco dijimos que el esquizo está en el límite de los flujos descodificados del deseo, era preciso entenderlo como de los códigos sociales en los que un Significante despótico aplasta todas las cadenas, las linealiza, les da una bi-univocidad, y se sirve de los ladrillos como de otros tantos elementos inmóviles para una muralla de la China imperial.

Pero el esquizo los separa, los despega, se los lleva en todos los sentidos para recobrar una nueva polivocidad que es el código del deseo. Toda composición, y también toda descomposición, se realiza con ladrillos móviles."


Deleuze


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