La propia obra de arte es máquina deseante
domingo, febrero 02, 2014
"El arte a menudo utiliza esta propiedad creando verdaderos fantasmas de grupo que cortocircuitan la producción social con una producción deseante, e introducen una función de desarreglo en la reproducción de máquinas técnicas. Como por ejemplo los violines quemados de Arman o los coches comprimidos de César. O de una forma más general, el método de paranoia crítica de Dalí asegura la explosión de una máquina deseante en un objeto de producción social. Sin embargo, ya Ravel prefería el desarreglo al desgaste y sustituía la marcha lenta y la extinción gradual por las detenciones bruscas, las vacilaciones, las trepidaciones, los fallos, las roturas.
El artista es el señor de los objetos; integra en su arte objetos rotos, quemados, desarreglados para devolverlos al régimen de las máquinas deseantes en las que el desarreglo, el romperse, forma parte del propio funcionamiento; presenta máquinas paranoicas, milagrosas, célibes, como otras tantas máquinas técnicas, libre para minar las máquinas técnicas con máquinas deseantes.
Además, la propia obra de arte es máquina deseante.
El artista amontona su tesoro para una próxima explosión, y es por ello por lo que encuentra que las destrucciones, verdaderamente, no llegan con la suficiente rapidez."
Deleuze
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