William Shakespeare EL REY LEAR Lectura malévola de risa despejada
martes, febrero 04, 2014
"CORDELIA. -Tan joven y tan franca, señor.
LEAR. -¡Está bien! Quédate con la verdad por dote;
pues, por los sagrados rayos del sol, por los sombríos misterios de Hécate y de la noche, por todas las influencias de esos globos celestes que nos dan vida o nos matan,
abjuro desde ahora todos mis sentimientos naturales,
rompo todos los lazos de la naturaleza y de la sangre
y te destierro para siempre de mi corazón."
EL CONDE DE KENT. -Caiga sobre mí; aun cuando su punta me atraviese el corazón.
Kent no olvida las conveniencias cuando su rey delira.
Anciano ¿qué pretendes? ¿esperas que el miedo imponga silencio al deber, cuando, seducido por vanas palabras, inmolas tu poder a la lisonja?
El honor debe la verdad a los reyes, cuando la majestad cae en demencia."
"EL REY DE FRANCIA. -No atino a comprender cómo
la que poco ha era vuestra hija predilecta, tema de vuestras alabanzas,
y encanto de vuestra vejez, haya podido, en rápido instante, cometer una acción tan monstruosa que merezca verse despojada de todos cuantos dones la habíais prodigado. Seguramente su ofensa ha de ser de un género antinatural, un prodigio de atrocidad; o bien el afecto que antes le asegurasteis solemnemente, se ha pervertido por extraña manera. Y creer de ella ese prodigio, es un hecho sobrenatural que repugna a mi razón y que, sin un milagro, jamás creería."
"EL CONDE DE GLOCESTER. -No; los eclipses de sol y luna acaecidos recientemente nada de bueno nos presagian. La razón pretende explicarlos ya en un sentido, ya en otro, pero al fin y al cabo la naturaleza es víctima de sus funestos efectos.
El amor se entibia, la amistad se extingue, se dividen los hermanos; en las villas, rebeliones: en los campos, discordias; traición en los palacios; y roto el lazo que une a padres e hijos. Ese malvado, a quien di el ser, sufre la influencia de la predicción: he aquí al hijo sublevado contra el padre.
El rey se aparta de los instintos de la naturaleza: he aquí al padre sublevado contra el hijo.
Pasó ya nuestro tiempo mejor. Maquinaciones, sordas tramas, perfidias y todos los desórdenes más funestos se aúnan contra nosotros, y nos persiguen sin tregua hasta la tumba."
"EDMUNDO. -¡Qué ridiculez la del hombre! Pretender (cuando nuestra fortuna sufre y mengua por nuestra imprudencia, por el desarreglo de nuestra conducta), acusar de nuestros males al sol, a la luna y a las estrellas,
como si fuésemos viciosos y malvados por una impulsión celeste:
bribones, traidores y pícaros, por la acción invencible de las esferas:
borrachos, embusteros y adúlteros por una obediencia forzosa a las influencias planetarias,
y todo el mal que cometemos no sucediese sino porque a él nos impele a pesar nuestro, el cielo cómplice.
Admirable excusa del disoluto sobornador de mujeres, el imputar sus lascivos instintos al cambio de una estrella.
Sí; mi padre entendió con mi madre bajo la Cola del Dragón y a mi nacimiento precedió la Osa Mayor, de manera que yo debía necesariamente venir al mundo dotado de carácter huraño y dado a la vida disoluta. ¡Quimera vana! Lo mismo que soy hubiera sido si en el instante de mi concepción ilegítima hubiese centellado la más virgen estrella del firmamento."
"EDMUNDO. -No pases cuidado. (Sale Edgardo.) Un padre crédulo y
un hermano generoso cuyo bondadoso natural es tan ajeno a la malicia, que no la sospecha en los demás.
Su infantil sencillez se deja gobernar por mis mañas. Trazado está mi plan si mi nacimiento no me ha dado una herencia, conquistémosla por la astucia. El fin justifica los medios."
"GONERIL. -Emplead en vuestro servicio toda la indiferencia, toda la repugnancia que podáis. ¡Me gustaría que se quejara! Si se encuentra mal servido, váyase al lado de mi hermana, cuyas intenciones, en este asunto, concuerdan perfectamente con las mías.
No queremos que nos dominen,
¡Vaya un viejo caprichudo e inútil, que aún pretende dar todas las órdenes de una autoridad de que por sí mismo se despojó! Por mi honor, esos viejos chochos se vuelven niños y
hay que tratarlos con rigor, cuando de nada sirven las caricias.
No olvidéis mi encargo."
LEAR. -O si algo ha de producir, forma a su hijo con negro humor y haz que nazca contrahecho y perverso,
para suplicio de su madre,
y que imprima en su frente las arrugas prematuras de la vejez y que haga derramar sin tregua amargo llanto surcando sus marchitas mejillas con rastros de fuego
y que todos sus beneficios los pague con el desprecio,
a fin de que su madre pueda comprender que el diente ponzoñoso de la sierpe es menos desgarrador, menos cruel que el dolor de tener un hijo ingrato."
William Shakespeare EL REY LEAR
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