Kafka "debía de tener algún secreto que nadie podía comprobar"
martes, mayo 13, 2014
"Nada imaginable, de no ser eso,
habría podido impulsar a Frieda a renunciar a su puesto; ella se sentaba allí, en el mostrador,
como la araña en el centro de su tela, tenía tendidos sus hilos por todas partes, que sólo ella conocía.
Quitarlos sin su consentimiento habría sido imposible,
sólo el amor por un inferior, esto es, algo que no era compatible con su posición,
la podía apartar de su puesto. ¿Y Pepi? ¿Había pensado alguna vez ganarse ese puesto? Ella era una simple criada, tenía un empleo insignificante y con pocas perspectivas. Por supuesto, tenía sueños de un gran futuro, como cualquier otra muchacha, nadie podía prohibirse soñar, pero no pensaba seriamente en prosperar, se había conformado con lo logrado. Y de repente desapareció Frieda de la taberna, ocurrió de forma tan repentina que el posadero no tenía disponible una sustituta adecuada, buscó y su mirada recayó en Pepi, quien, ciertamente, se había adelantado.
En aquel tiempo amaba a K como no había amado a nadie en su vida, se había sentado meses enteros en su cuarto oscuro y diminuto y estaba preparada a pasar allí años y, en el peor de los casos, toda su vida,
siempre inadvertida y, de repente,
apareció K, un héroe, un liberador de mujeres jóvenes y le había abierto el camino hacia arriba.
Él, por supuesto, no sabía nada de ella,
no lo había hecho por ella, pero eso no disminuyó en nada su gratitud; en la noche anterior a su ascenso –la contratación aún era insegura, pero muy probable–, pasó horas hablando con él, susurrándole en el oído su agradecimiento. Y en sus ojos aún aumentó su acto por el hecho de que era precisamente Frieda la carga que había puesto sobre sus hombros
algo incomprensiblemente desprendido residía en esa acción:
que para alzar a Pepi, convirtiese a Frieda en su amante, a Frieda, una muchacha fea, envejecida y escuálida, con un cabello corto y ralo, además una muchacha insidiosa,
que siempre tenía algún secreto, lo que sin duda guardaba relación con su aspecto;
si su cuerpo y su rostro eran deplorables,
debía de tener algún secreto que nadie podía comprobar,"
Kafka
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