Una nariz con un grano y una herida del tamaño de una moneda

domingo, mayo 18, 2014

Érase una vez un bar con un camarero dentro. Frente baja y estrecha con mucho pelo. Cejas negras muy pobladas cuyas puntas exteriores le llegaban hasta la esquinas externas de los ojos. Boca gruesa, nariz chata. Sobre dicha nariz le salió un maldito día un prominente grano. El pobre hombre con mucha satisfacción y disgusto se lo rascó día y noche hasta que se hizo él mismo con la gran uña de su dedo índice una supurante herida del tamaño de una moneda. Este repetitivo e incesante gesto producía en los clientes sin duda una repugnante sensación de asco cada vez que al mirarlo le pedían suplicando un servicio. Pues entre el dedo, la nariz y la herida se interponía siempre el borde interior del vaso, taza o plato recién sacado del lavavajillas humeante. Todos los clientes sentados en fila delante de la barra del bar hacían siempre casi al unísono el mismo gesto: daban media vuelta a su vaso, taza o plato, evitando con mucho esmero rozar con su limpio dedo el lugar donde la sangrante herida había dejado sin querer su marca.

Carlos del Puente

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