Además, parece como si los animales y las plantas lo «supieran»
domingo, diciembre 29, 2013
"Otro caso también me quedó grabado. Una dama vino a mi consultorio. Se negó
a dar su nombre; ello no hacía al caso, pues pensaba consultarme sólo una vez.
Pertenecía evidentemente a las altas capas de la sociedad. Declaró haber sido
médico. Lo que tenía que comunicarme era una confesión: hacía veinte años
había cometido un crimen por celos. Había envenenado a su mejor amiga
porque quería casarse con su marido. En su opinión, un crimen no significaba
nada para ella si no se descubría. Si ella quería casarse con el marido de su
amiga podía simplemente desembarazarse de ella. Tal era su punto de vista.
Las consideraciones morales no contaban para ella."
"Y después? Se casó ciertamente con el marido, pero él murió muy joven,
bastante joven. En los años siguientes sucedieron cosas extrañas: la hija de
este matrimonio quiso separarse de su madre en cuanto fue mayor de edad.
Se casó joven y se apartaba cada vez más de ella. Finalmente desapareció
de vista y la madre perdió todo contacto con ella."
"La dama era una apasionada amazona y poseía varios caballos por los que
se tornaba gran interés. Un día descubrió que los caballos comenzaban a
inquietarse cuando ella los montaba. Incluso su caballo preferido se asustaba
y la arrojaba al suelo. Finalmente tuvo que abandonar la equitación. En adelante
se dedicó a sus perros. Poseía un perro lobo especialmente bello al cual apreciaba
mucho."
"La «casualidad» quiso que precisamente este perro fuese atacado de parálisis.
Esto fue ya demasiado y se sintió «moralmente acabada». Debía confesarse y
por ello había acudido a mí. Era una criminal, pero, aparte de esto, se había
asesinado a sí misma. Pues quien realiza un crimen de tal naturaleza destroza
su alma. Quien asesina se condena ya él mismo. Si alguien comete un crimen
y es detenido, cumple así la sanción legal. Si lo hace en secreto, sin conciencia
moral, y el crimen permanece oculto, el castigo le alcanza sin embargo, como
nuestro caso demuestra. Acaba, pues, por descubrirse.
Además, parece como si los animales y las plantas lo «supieran»."
Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos
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