Derrida Freud La represión de una pulsión por otra

domingo, diciembre 22, 2013





"... la represión de una pulsión por otra o el desplazamiento de una pulsión desviada del Yo hacia del objeto."


"Los progresos no pueden pues hacerse sino en el interior de la transferencia
metafórica.

El préstamo es la ley.

En el interior de toda lengua, puesto que una figura es siempre un lenguaje
prestado, pero también de un dominio discursivo a otro, o de una ciencia a otra.
Sin préstamos nada empieza, no hay fondos propios. Todo empieza por la
transferencia de fondos, y hay un interés en tomar prestado, es incluso el
primer interés. El empréstito reditúa, produce plusvalor, es el primer motor
de toda inversión. Se empieza así por especular, apostando sobre un valor
por producir como a partir de nada. Y todas esas “metáforas” confirman,
a título de metáforas, la necesidad de lo que dicen."


"El problema sigue irresoluto y la tarea (Aufgabe) que proponía. Este problema
sigue siendo, nos lo vuelven a repetir,

el de la compulsión de repetición en su relación con el dominio del PP."


"... “Si es en efecto un carácter general de las pulsiones el querer restaurar un
estado anterior, no debemos asombrarnos de que en la vida psíquica tantos
procesos se cumplan independientemente del principio de placer.” Es la etapa
intermedia de un razonamiento: si nuestra hipótesis es la buena, si es cierto
que las pulsiones tienden a restaurar un estado anterior, entonces no debemos
asombrarnos de que tantos procesos sean independientes del PP. No se ve muy
claramente, y la cosa rebotará dentro de un momento, por qué no nos
asombraríamos desde el momento que el placer ha sido definido también como
caída de tensión y descarga, lo cual tiende a reconstituir el estado anterior. En
todo caso, por el momento, se nos dice que no deberíamos asombrarnos de la
independencia respecto del PP."


"Llegaremos dentro de un momento al proceso de exapropiación que
estructura principalmente al PP. Y sobre todo, lo habíamos reconocido
ya, estamos en un dominio sin dominio donde la búsqueda de lo propio,
ley de leyes y ley sin ley, excede a todas las oposiciones y por excelencia
a la de la vida y de la muerte. Puesto que la pulsión de muerte empuja a la
autodestrucción, al morir-de-la-propia-muerte, lo propio se produce allí
como autotanatografía y se aparta bastante de sí mismo en esa “relación”,
ese “reporte”, ese “relato” para que no sepamos ya muy bien lo que decimos
cuando decimos propio, ley de lo propio, economía, etcétera.

Lo que vale aquí para la figura de dominio, con la inversión que hay que
practicar en ella de lo figurado a lo casi-propio, de lo regional a lo no-regional,
vale también para todas las nociones y todas las figuras, dependan o no de
ello directamente. Por ejemplo las que desempeñan en este capítulo un papel
determinante, la de servicio (los procesos están al servicio, im Dienste del PP,
el PP está al servicio de las pulsionas de muerte), las de tendencia o de función.
La idea de funcionamiento debe someterse a una revaloración tanto más rigurosa
cuanto que podría tomársela fácilmente por una figura tecnológica, una
regularidad maquínica transportada al dominio psicobiológico. Hoy este
vocabulario funcionalista lo invade todo y a menudo en usos precríticos."


"En el mismo enunciado, describiendo una sola y misma operación, una sola
y misma función, Freud dice que consiste en ligar (binden) los procesos
primarios (pp) y en remplazar (ersetzen) los pp que tienen el dominio
(herrschenden) en la vida pulsional por procesos secundarios: desplazamiento,
remplazamiento de dominio, estrictura como destacamiento suplementario.
Lo secundario es el envío suplementario. Transforma la energía de catexis
libremente móvil en energía de catexis inmóvil, pone en el puesto y en la posta.
Tenemos aquí una tesis. La catexis inmovilizada se vuelve más tónica. El valor
de tonicidad se encuentra regularmente asociado al efecto de enlace, que significa
pues a la vez elasticidad y tensión. Esto consolida en su legitimidad la traducción
de binden por el francés bander [envolver en bandas o en vendas, pero también
tender (por ejemplo un arco) y tener una erección]."


"Freud afina la distinción ya evocada entre función y tendencia. Entre las dos
la relación es justamente de servicio (Dienst). Las funciones de ligazón están
más bien al servicio del PP. Pero éste es una tendencia al servicio de una función
aún más general, la más general y la más incondicionada que existe. ¿Cuál?
La que está destinada a hacer al aparato psíquico inexcitable, impasible,
sin excitación (erregungslos) o por lo menos a mantener en él el nivel de
excitación constante y tan bajo como sea posible. Semejante función
participaría de la tendencia general de lo vivo a regresar hacia el reposo del
mundo inorgánico. Esta tendencia, este movimiento dinámico que empuja hacia
atrás y tiende toda la fuerza hacia el regresar, este streben sería la función más
general. Freud no lo prueba en este lugar, se contenta con un llamado a la
experiencia común: “Todos lo hemos experimentado...” ¿Qué? ¿dónde? En el
mayor goce, el que está ligado al acto sexual, o más bien ligado-desligado por
el acto sexual. Este goce está ligado (verbunden) a la extinción (Erlöschen)
momentánea de una excitación pulsional muy elevada. “Pero la ligazón (Bindung)
de la excitación pulsional no sería más que una función preparatoria.” Toda
ligazón preliminar (se) tiende hacia el placer de la descarga o de la distensión final."

"En el punto en que estamos, el PP sería no una función sino una tendencia al
servicio de esa función general. Pero tendría él mismo otra función (la ligazón)
a su servicio. El funcionamiento general pasaría de una función a la otra, de la
función del Binden a la función bajo su forma más general

(regreso a lo inorgánico y Nirvana)

por el intermediario o por el lugar de paso, el paso de una tendencia, a saber el PP.
Pas de PP [paso de PP, paso de abuelito nada de PP o de abuelito] entre dos
funciones o dos formas del funcionamiento general."

"El placer “propiamente dicho”, el placer en su momento propio,

seguimos sin saber lo que es.

Hablamos todavía, bajo su nombre, de una tendencia, servida por una función
y al servicio de una función. La que orienta la tendencia es también la función
de un trayecto, de un tránsito. El paso o el trans- tienen allí siempre ya la forma
del regreso. La cosa empieza por regresar, por tender hacia la anulación de su
propio proceso. Es también el progreso de lo propio que se deja arrastrar por este
anillo circular. El placer se encontraría en camino, lugar de paso y momento del
anillo. Se encontraría en camino y sería un servicio para volver a encontrar la vía
de lo inanimado. Encontrar el sueño, ése es su mejor ejemplo."

"Es también el Filebo lo que leemos a través de la escena del Más allá...
Podríamos verificarlo paso a paso. Pero Filebo, desmultiplicando su escena,
sus autores y sus actores, a su vez lee Más allá..., conduce de lejos su
desciframiento, como una cabeza lectora teleguiada, se aloja en él, toma lugar
en él o toma parte en él como un léxico o un código de desciframiento insertado
en el volumen; o inversamente, pero la estructura topológica de los volúmenes
textuales no obliga a escoger entre las dos hipótesis. Más allá... se vuelve a su
vez un capítulo suplementario del Filebo, una nueva escena que recuerda de paso
otros diálogos de Platón, el Banquete por ejemplo, etc. Los dos corpus forman
parte el uno del otro, hacen partido el uno con el otro. Se escriben uno a otro.
El uno al otro, se dirigen una fabulosa correspondencia. La atesis de Más allá...
pone en deriva al Filebo que no procede sino por “tesis” y series de “logoi” desde
la primera palabra de Sócrates hasta el momento en que pide, es su última palabra,
que le “dejen ir”. Pero ese poner en deriva está él mismo programado por el discurso
sobre el apeiron, lo indefinido del límite y la mezcla. Se podría hacer de ello una
prueba minuciosa, toda la atesis freudiana recorre por lo menos virtualmente,
estructuralmente, el sistema de los “logoi” socráticos sobre el placer. Lo sigue
como una especie de partitura donde se ordenaría todo por lo menos sobre sus
motivos mayores: sobre el de partición o partitura [partición] en primer lugar, el
de límite también y de ilimitación, de medida y de exceso, de proceso “genético”
opuesto al reposo del ser-en-sí, etc. No olvidemos que el intervalo singular entre
la difiriencia y la oposición está marcado en la apertura misma del Filebo (12 e):
ese intervalo nos ha parecido indispensable para la interpretación de Más allá...,
incluso, por supuesto, si hemos desarrollado y deportado su tratamiento. No
olvidemos que la cuestión del nombre y de la referencia abría también el Filebo.
¿A qué se llama placer? ¿Hay una unidad de esa cosa nombrada placer? ¿Puede
darse un nombre propio (por ejemplo Afrodita) a un fenómeno tan adverso,
polimorfo, inasible? (Sócrates desecha el nombre propio de la diosa cuyo
testimonio acaba de evocar Filebo: su “nombre más verdadero” es “placer” (edoné)
y el nombre propio no es bastante propio.) ¿Y si el placer no se produjera sino
difiriendo de sí mismo, si sólo tuviera lugar bajo esta condición? Por muy
suspendido y problemático que haya podido ser, el lenguaje corriente de Sócrates
a Freud no ha podido evitar presuponer: se sabe, debe saberse lo que es Placer,
aunque fuese como ese límite extraño, inasible entre dos límites, un más acá y
un más allá que reducen un paso a nada."

"El parágrafo siguiente lleva el enigma o la paradoja hasta su límite. Aparece
en suma que el principio del placer hace la guerra al placer. Esta hostilidad se
parece, por lo menos, a una hostilidad hacia uno mismo y su esquema una vez
más no es ajeno a la partición o partitura del Filebo, ni al mensaje, incluso a la
lettre [carta, letra] de Sócrates. El principio mismo de placer se manifestaría
como una especie de contraplacer, banda contra banda que viene a limitar al
placer para hacerlo posible."

"Inversamente, si puede decirse, si libera algo que sea tan cercano como sea
posible al pp (ficción teórica), si pues no se limita, no se limita nada, se limita
absolutamente: descarga absoluta, desbandada, anonadamiento o muerte."

"La pulsión de imperio debe ser también la relación consigo misma de la pulsión:
ninguna pulsión que no se vea empujada a ligarse a sí misma y a asegurarse el

dominio de sí como pulsión.

De donde la tautología trascendental de la pulsión de imperio:

es la pulsión como pulsión, la pulsión de pulsión, la pulsionalidad de la pulsión.

Se trata una vez más de una relación consigo mismo como relación con el otro,
la autoafección de un fort:da que se da, se toma, se envía y se destina, se aleja y
se acerca por su propio paso [o su propio no, pas] al otro."

"Y si ese deseo de imperio se ejerce en el interior como en el exterior, si define la
relación consigo mismo como la relación con el otro de las pulsiones, si tiene
una raíz “originaria”, entonces la pulsión de poder no se deja ya derivar. Ni el
poder postal. En su autoheterología, la pulsión del poder postal es más originaria
que el PP e independiente de él. Pero sigue siendo asimismo la única que nos
permite definir una pulsión de muerte, y por ejemplo un sadismo originario. Dicho
de otra manera, el motivo del poder es más originario y más general que el PP, es
independiente de él, es su más allá. Pero no se confunde con la pulsión de muerte
o la compulsión de repetición, nos da con qué describirlas y desempeña respecto
de ellas, como respecto de un “dominio” del PP, el papel de predicado trascendental.
Más allá del principio de placer -el poder."





ESPECULAR – SOBRE “FREUD”

Jacques Derrida

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