Fenómenos paranormales. La presencia del otro

domingo, diciembre 29, 2013



"Durante las vacaciones de verano sucedió algo que debió influir en mí
poderosamente. Un día estaba en mi gabinete de estudio y repasaba mis libros
de texto. En la habitación contigua, cuya puerta estaba entreabierta, estaba mi
madre haciendo calceta. Era nuestro comedor, en el cual se veía la mesa redonda
de madera de nogal. Procedía del ajuar de mi abuela paterna y entonces tenía ya
setenta años. Mi madre estaba sentada frente a la ventana, aproximadamente a
un metro de distancia de la mesa. Mi hermana estaba en la escuela y la criada en
la cocina. De pronto se oyó una detonación como un pistoletazo. Me levanté de un
salto y corrí al cuarto contiguo de donde había oído yo la explosión. Vi a mi madre
sobresaltada en un sillón, su labor le había caído de las manos. Dijo tartamudeando:
«¿Qué, qué ha sucedido? Fue justo a mi lado», y miraba sobre la mesa. Vimos lo que
había sucedido: el tablero de la mesa se había roto por la mitad y no por el sitio
encolado, sino en la madera encerada, quedé atónito. ¿Cómo había podido pasar
tal cosa? ¿Una madera naturalmente encerada, pero seca ya desde hacía setenta
años, que se abre en un día de verano con una elevada humedad habitual para
nosotros? Hubiera resultado explicable en un día de invierno frío y seco junto a
una estufa encendida. ¿Qué diablos pudo ser la razón de tal explosión?
Realmente existen casualidades extrañas, pensé. Mi madre movió la cabeza y

dijo con la voz de su número 2: «Sí, sí, esto significa algo.»

Yo me sentí contrariado y disgustado por no poder responder nada."

"Aproximadamente catorce días después llegué por la tarde a las siete a casa y
hallé a mi madre, mi hermana de catorce años y la sirvienta en plena excitación.
Hacía una hora que se había oído de nuevo una explosión. Esta vez no había sido
en la ya deteriorada mesa, sino en el aparador, mueble originario del siglo XIX.
Habían mirado por todas partes, pero no habían encontrado ninguna grieta."

"Comencé inmediatamente a inspeccionar detalladamente el aparador y lo
inmediato a él, pero sin éxito. Registré el interior del mueble y su contenido.
En el cajón, conteniendo la cesta del pan, hallé el pan y junto a él el cuchillo,
cuya hoja estaba destrozada casi por completo. El mango estaba en un rincón
del cesto rectangular y en cada una de las tres restantes esquinas había un trozo
de la hoja del cuchillo. El cuchillo se había empleado todavía a las cuatro de la
tarde y después se había guardado. Desde entonces nadie lo había tocado."

"Días después llevé el cuchillo a uno de los mejores afiladores de la ciudad.
Escudriñó los fragmentos con lupa y movió la cabeza: «Este cuchillo», dijo,
«no tiene ningún defecto. El acero está en buen estado. Alguien lo ha roto en
pedazos. Esto se puede conseguir, por ejemplo, introduciendo la hoja en el
quicio del cajón y rompiéndolo trozo a trozo. El acero es de calidad. O quizás
se ha dejado caer desde gran altura sobre una piedra. Esto no puede estallar
en absoluto. Se ha hecho algo con él.»"



Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos

.

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