Jung La Misión o qué es lo que «se» quería de mí. Me supe al servicio del alma

domingo, diciembre 29, 2013




"Muy paulatinamente se perfiló en mí un cambio. En el año 1916 experimenté
una inclinación por la creación literaria:

me sentí por así decirlo impulsado desde dentro

a formular y expresar lo que en cierto modo podría haber dicho Filemón.
Así surgieron los Septem Sermones ad Mor-tuos con su típico lenguaje.

Con ello comencé a experimentar una intranquilidad, que no sabía qué significaba,

o qué es lo que «se» quería de mí.

Existía una atmósfera extrañamente cargada a mi alrededor y tenía la impresión
de que el aire estaba lleno de entes fantasmagóricos.
Entonces comenzaron a rondar duendes por la casa ..."


"El domingo por la tarde, hacia las cinco, en la puerta de la casa sonó la
campanilla con insistencia. Era un domingo luminoso y las dos muchachas
estaban en la cocina desde donde se podía ver el espacio abierto ante la puerta
de la casa.

Yo me encontraba cerca de la campanilla, la oí sonar y vi cómo se movía el martillo.

Todos corrieron inmediatamente hacia la puerta para ver quién llamaba

¡pero allí no había nadie!

¡Nos miramos como alelados! ¡Les digo que la atmósfera estaba cargada!
Entonces supe que tenía que suceder algo. La casa estaba repleta de gentío,
toda llena de espíritus. Los había hasta bajo la puerta y se tenía la sensación
de apenas poder respirar. Naturalmente, me acuciaba la pregunta:

«Por el amor de Dios, ¿qué es esto?»

Entonces gritaron en coro:

«Regresamos de Jerusalén, donde no hallamos lo que buscábamos.»

Estas palabras correspondían a las primeras líneas del Septem Sermones
ad Mortus."

"Esto fue en 1916."

"Constituyó para mí un suceso muy importante.

El alma, el ánima, crea la relación en el inconsciente.

En cierto sentido es también una relación con la colectividad de los muertos,

pues el inconsciente corresponde al país mítico de los muertos,

al país de los presentimientos.

Así pues, cuando el alma desaparece en una fantasía ello significa que se ha
retirado al inconsciente o al «país de los muertos». Ello corresponde a la
denominada pérdida del alma, un fenómeno que se encuentra con relativa
frecuencia entre los primitivos. En el «país de los muertos» el alma experimenta
una secreta vivificación y da forma a las huellas ancestrales, a los temas
colectivos del inconsciente. Igual que una médium, da a los muertos
posibilidad de manifestarse. Por ello, muy pronto después de la desaparición
del alma aparecieron en mí los «muertos», y surgieron los Septem Sermones
ad Mortuos.

Entonces, y a partir de tal momento, los muertos se me han convertido cada vez
más claramente

en voces del incontestado, del no-desligado y no-rescatado,

puesto que las preguntas y exigencias,

a las que yo tenía fatalmente que responder,

no me vinieron de fuera, sino del mundo interior. Así, pues, las conversaciones
con los muertos, los Septem Sermones, constituyeron una especie de prólogo

de lo que yo tenía que comunicar al mundo

acerca del inconsciente: un cierto croquis y resumen del contenido general
del inconsciente."


"Cuando hoy vuelvo la vista atrás y medito sobre el sentido de lo que me
sucedió en la época de mi trabajo sobre las fantasías me parece como si
se hubiese presentado ante mí una embajada con plenos poderes. En las

imágenes había cosas que no sólo me afectaban a mí, sino también a muchos

otros. De ello resultó que ya no pudiera considerar que me pertenecía a mí nada
más. A partir de entonces

mi vida pertenecía a lo universal.

Los conocimientos que me afectaban o que yo buscaba en aquellos días no
habían entrado aún a formar parte de la ciencia. Yo mismo debía realizar
preexperimentos y además tenía que intentar situar lo experimentado en el
terreno de la realidad, de lo contrario hubiera permanecido en una situación
de condicionamiento subjetivo no viable. Entonces

me supe al servicio del alma.

La amé y la odié, pero constituía mi mayor riqueza. El que me supeditara a ella
constituía la única posibilidad de vivir y mantener mi existencia como un todo relativo."

"Hoy puedo decir: no me he alejado nunca de mis vivencias iniciales.

Todos mis trabajos, todo cuanto he creado espiritualmente, parte de mis
imaginaciones y sueños iniciales. En 1912 comenzó lo que hasta ahora ha
durado casi cincuenta años. Todo cuanto he hecho en mi vida posterior está
ya contenido en ellas, aunque sólo en forma de emociones o imágenes.

Mi ciencia fue el medio y la única posibilidad de salir de aquel caos.

De lo contrario este material me hubiera aprisionado como lampazos o plantas
de pantano. Invertí todas mis fuerzas para comprender todos los temas, cada
imagen en particular, en ordenarlas lo más racionalmente posible y realizarlas
en vida."




Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos

.

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