El silencio como fracaso de la lengua

viernes, diciembre 13, 2013



"Este asalto de imágenes y objetos amalgamados que constituye la visión diaria
del esquizofrénico - lo que Sass da en llamar “apofanía” (1996, 56), se traduce

en la percepción simultánea e incompatible de un gran número de objetos,

con el resultado de una plétora de significados que no se pueden organizar
jerárquicamente ni mediante ningún otro tipo de estrategia perceptiva.
Esto es lo que se ha definido como “vertigo of the modern”:

el asalto a todos los sentidos de variados estímulos visuales, auditivos o táctiles,

sin que se posean las herramientas necesarias para asimilarlos correctamente
(algo parecido al asalto multimedia que vivimos en la actualidad). Esta
incapacidad de organizar jerárquicamente los estímulos sensoriales se une a la
pérdida de funciones de serialización, otra de las estrategias mentales comunes
para acercarse a la realidad, con lo que se veta a estos sujetos la posibilidad de
organizar series de objetos mediante similitudes o diferencias, a la hora de
comprenderlos y aprehenderlos."


"El esquizofrénico, por su alucinatoria visión de la realidad, recurre a otras
estrategias defensivas que hacen que su percepción, y su discurso, se sitúen
fuera de los límites sociales y normativos. Entre éstas, podríamos destacar un

alejamiento irónico de la realidad,

mediante el recurso a la desfamiliarización y la desautomatización, esto es,
la plasmación de la realidad observada usando recursos de extrañamiento y
ruptura de las expectativas lingüísticas y organizativas, o la oscilación entre
estados de hipersensibilidad y de apatía casi catatónica respecto a la desbordante
actividad sensorial."


"A este conjunto de tropos y estrategias lingüísticas nos referiremos globalmente
con el término de schizophrenese, concepto utilísimo para nuestro análisis que
antes adelantábamos. Este habla esquizofrénica ha sido tradicionalmente
interpretada como incomprensible, oscura y deformada, perteneciente a una
esfera de conocimiento desviada e imposible de entender."


"El schizophrenese, y de ahí su aparente incomprensibilidad y la extrañeza
que provoca, presenta un alejamiento normativo de lo que se podría denominar
“lenguaje social”; es decir, este uso del lenguaje no se rige por las normas
pragmáticas y lógicas que son características del lenguaje dominante en la
sociedad y que permiten el entendimiento entre individuos.

El lenguaje del esquizofrénico es un lenguaje autónomo e idioléctico,

en el que los referentes están disfrazados

y en principio tan sólo al alcance del que produce la elocución (lo que no obsta
para que sea comprensible si se realiza conjuntamente un análisis contextual
y de los mecanismos de defensa que disfrazan este lenguaje). Así, algunas
características de este uso idioléctico del lenguaje serían

su carácter en ocasiones telegráfico, prescindiendo de elementos conjuntivos
o discursivos

(coincidente con una marcada preferencia por la yuxtaposición de vocablos e ideas

respecto a transiciones discursivas menos bruscas), el salto entre distintos temas

sin prestar atención a la coherencia discursiva,

la recurrencia de neologismos y palabras inventadas por el propio hablante

que hacen que el lenguaje se vuelva altamente idiosincrático y difícil de analizar.
Consideremos también, dentro de esta asocialización del lenguaje esquizofrénico
(es decir, cómo se bifurca respecto a la norma social), cómo se prescinde del
elemento más marcadamente interactivo del lenguaje entre individuos dentro
de un mismo contexto social: la pragmática y los elementos deícticos.
El habla esquizofrénica evita cualquier referencia deíctica que denote el contexto
de emisión (comprensible, por otro lado, si tenemos en cuenta todo lo
anteriormente comentado sobre la problemática relación del esquizofrénico
con los objetos de su entorno), y se ignoran las leyes pragmáticas escritas y no
escritas que dotan de significado a los mensajes enunciados en un contexto social
determinado. En ocasiones, se recurre al uso de metáforas tergiversadas
que se salen de lo esperable (rechazando el aspecto de familiaridad, de falta
de sorpresa, en que se fundamenta gran parte del uso de metáforas en contextos
habituales, y subvirtiendo los términos de comparación entre símiles manidos y
tornándolos, así, incomprensibles), mientras que otras veces, por el contrario,
las elocuciones del esquizofrénico son invadidas por clichés sin relación con el
discurso manejado ..."


"Esta relación, pues, altamente problemática entre esquizofrénico y lenguaje,
se resuelve a menudo

en el rechazo absoluto de este último, cayendo el sujeto en un empecinado silencio

muchas veces asociado a estados catatónicos (analizaremos así, por ejemplo,
como Chief Bromden en One Flew Over the Cuckoo’s Nest renuncia a usar el lenguaje,
fingiéndose sordomudo, como resultado de su incapacidad para manejar las
implicaciones sociales de éste). El silencio absoluto se presenta como la única
alternativa

cuando la insatisfacción con el lenguaje ha llevado a crear un nuevo lenguaje,

si bien particular, y éste también ha fracasado: en este sentido,

el fracaso del lenguaje esquizofrénico, que por su artificialidad y falta de conexión

con la realidad, acaba retrayéndose en sí mismo y muriendo de inanición

por falta de estímulos exteriores, es paralela a la derrota del yo interno que
analizamos en su momento. El caso extremo de esta catatonia lingüística sería
la obra de Samuel Beckett, que no incluiremos en nuestro estudio pero del que
hallaremos constantes ecos en la obra de los dramaturgos Peter Shaffer y
Harold Pinter o de los autores Beat."



Retórica de la Esquizofrenia en los Epígonos del Modernismo

CARMEN MÉNDEZ GARCÍA

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