Derrida Presencia Centro Suplemento Margen

martes, diciembre 17, 2013



"Sabemos, sin embargo,  que la “deconstrucción” considera como tarea primordial
el desenmascaramiento de todo centro, de un núcleo, de un fundamento único,
es decir, de todo lo que ha sido cardinal en la historia del pensamiento occidental
y, por lo tanto, desecha la búsqueda de ese foco central."


"... cuando Derrida, justamente, no traza una frontera entre textos

(es el autor de la diseminación

y la  intertextualidad), y se pone en las antípodas de la unicidad de sentido del texto."


"El centro, para Derrida, es lo que ha dado unidad al pensamiento occidental
y aquello que  permite una fijación, una presencia, un significado trascendente.

Esa búsqueda del centro, es la Idea en el mundo de Platón, un Dios cristiano en el
Medioevo, el Espíritu Absoluto en Hegel o el Hombre en la modernidad. etc.
Es aquello que permite todo significado y significación.

“El centro recibe, sucesivamente y de una manera regulada, forma o nombre
diferentes. La historia de la metafísica, como la historia de Occidente, sería la
historia de esa metáfora y metonímia. Su forma matriz sería – y se me perdonará
aquí que sea tan poco demostrativo y tan elíptico, pero es para llegar más
rápidamente a mi tema principal-

la determinación del ser como presencia

en todos los sentidos de esa palabra. Se podría mostrar que todos los nombres
del fundamento, del principio o del centro han designado siempre lo invariante
de una presencia (eidos, arché, telos, energeia, ousia) -esencia, existencia,
sustancia, sujeto- aletheia, trascendentalidad, consciencia, Dios, hombre, etc)”."



"... el gran tema del llamado posestructuralismo es justamente los

márgenes, bordes, orillas,

aquello que queda descartado buscando las fisuras y huecos en los textos.
Aquello que el centro intenta coartar o expulsar."


"A partir de ahí, se ha tenido que comenzar a pensar

que no había centro,

que el centro no podía pensarse en la forma de un ente-presente,

que el centro no tenía lugar natural,

que no era un lugar fijo sino una función,

una especie de no-lugar en el que se representaban sustituciones de signos
hasta el infinito."



"¿Qué significa esta problemática de la metafísica de la  presencia
de la que habla Derrida  por otro lado? La presencia es a los ojos de Derrida lo que

garantiza la unidad de un referente,

lo que desde una cierta perspectiva, permite entender al lenguaje como una forma
de representación, es decir, volver a presentar de forma verdadera lo que está ausente.
Hemos visto que esta unidad de referente es la presencia inmediata de la cosa ante
un sujeto (de conciencia). El ejemplo del lenguaje, como un sistema de “différance”
–y este concepto es clave en Derrida- permite un juego en donde

la “presencia” siempre está diferida, nunca es idéntica a sí misma.

“Différance” implica, en Derrida, lo distinto, lo desigual, lo no idéntico,
pero también el sentido de estar diferido; implica que lo presente no coincide
consigo mismo, sino que siempre está cargado de pasado y preñado de futuro."


"Para Derrida, hay dos maneras de pensar el límite de la totalización.
Y esas dos maneras existen en la perspectiva de Lévi Strauss: por un lado,
la de estrecha brecha entre el discurso finito de un sujeto y la infinitud de un
campo imposible de abarcar.

Pero hay otra forma de pensar la imposibilidad de la totalidad:

la naturaleza de un campo excluye la totalización.

El campo es un juego de sustituciones infinitas en la clausura de un conjunto finito.
Es decir, a diferencia de la hipótesis clásica, en lugar de ser demasiado grande,
le falta algo: “un centro que detenga y funde el juego de sustituciones”. Es lo que

en Derrida se llama “suplemento”,
y en Lévi Strauss significante flotante o exceso de significación:

“El movimiento de la significación añade algo, es lo que hace que haya siempre más,
pero esa adición es flotante porque viene a ejercer una función vicaria, a suplir una falta
por el lado del significado”.

La sobreabundancia de significante, o suplementario,

depende de una finitud (y no infinitud), es decir, de una falta, que debe suplirse.
Esa falta de centro, es lo que viene a llenar el suplemento."


"Entonces, Derrida señala que hay dos interpretaciones de la interpretación,
de la estructura, del signo y del juego:

“una pretende descifrar, sueña con descifrar una verdad o un origen

que se sustraigan al juego y al orden del signo, y que vive como un exilio
la necesidad de la interpretación.

La otra, que no está ya vuelta hacia el origen, afirma el juego
e intenta pasar más allá del hombre y del humanismo”.

 Obviamente Derrida y la deconstrucción se sitúan en esta última.
En la idea del texto como el campo de un juego, que puede ser definido como un

juego de sustituciones infinitas en la clausura de un conjunto finito.

Derrida nos presenta el texto como un campo que no es ilimitado,
sino por el contrario, que le falta algo:

precisamente un centro que detenga y funde el juego de las sustituciones.

El movimiento de este juego, permitido por la ausencia de centro,
es el movimiento de la suplementariedad.

Un texto cuando es deconstruído por Derrida, y lo vemos cuando lo hace con el
de Lévi Strauss, es una trama que no tiene ninguna configuración central, ni marginal;
ni privilegiada ni reprimida; es un juego que pasa de lo “central” a lo “marginal”,
pero no para constituir un nuevo centro, sino que la subversión de la lectura sirva
para mantener el libre juego de las “différances” manteniendo la tensión de los
opuestos binarios sin caer en la tentación de las jerarquizaciones absolutas."



Derrida y la deconstrucción del texto. Una aproximación a
“Estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas”.

Por Ricardo Diviani

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